La perspectiva filosófica del sistema terapéutico floral de Edward Bach

La curación por las flores implica el reconocimiento de vibraciones energéticas que, provenientes de éstas, llegan a los individuos tratados transportadas por el agua. Pero detrás de esta síntesis prevaleció en Edward Bach una concepción filosófica de la enfermedad y los enfermos.

Según el médico galés, la enfermedad tiene sus raíces en un conflicto entre el alma y la mente. Cuando nuestra personalidad se desvía del camino trazado por el alma, fuere por la propia acción o por influencia de otros. Asimismo, provoca enfermedad todo acto de crueldad o mal hacia los demás, en tanto atenta contra la unidad.

Debido a ello, y pese a lo negativo de su apariencia, la enfermedad es en si misma beneficiosa, dado que permite percibir ese conflicto, ese desequilibrio emocional entre el alma y la mente y, consecuentemente, corregirlo. Así tanto la prevención como la curación están ligadas a la erradicación de nuestros defectos, no por enfrentamiento con el mal, sino por desarrollo y crecimiento de la virtud opuesta.

En este contexto las flores actúan fortaleciendo o desarrollando actitudes positivas de optimismo, alegría, paz, tranquilidad, paciencia, coraje, fortaleza, sabiduría interior y seguridad.

Finalmente, Bach sostiene que son siete los estados de ánimo o emocionales que pueden alterar la salud. El miedo, que bloquea las iniciativas vitales; la incertidumbre, que deja a merced de los demás; la falta de interés por la realidad; la soledad orgullosa y egoísta; la hipersensibilidad respecto del juicio ajeno; el desánimo o la desesperación; la preocupación excesiva por los demás con carácter posesivo.

Estos siete estados de ánimo conformarán los siete grupos emocionales en los que se agrupan las 38 esencias florales del sistema terapéutico ideado por Edward Bach.

Jorge Eduardo Padula Perkins







martes, 24 de julio de 2012

jueves, 1 de septiembre de 2011

Wild Oat. La silvestre hija de la luz.


por Jorge Eduardo Padula Perkins

La avena silvestre es un importante ingrediente en los tónicos amatorios, sostienen algunos, dado que contribuiría “a segregar testosterona, la hormona sexual más importante tanto en hombres como en mujeres”, en virtud de lo cual aumentarla “la libido, el deseo y la sensibilidad” y mejoraría la actividad sexual.

Con las características de una pócima mágica se sugiere en consecuencia recolectar “avena silvestre allí donde la encuentres”, preferentemente “durante la primavera y hasta principios del verano, mientras está verde y llena de savia”, ponerla en una licuadora, e ingerir 100 ml de jugo una o dos veces al día, a fin de potenciar la sexualidad.

Más allá del aspecto hechicero del brebaje lo cierto es que los frutos de la avena se consideran vitamínicos y remineralizantes. Las hojas tendrían acción fungicida. Popularmente se emplea la avena en forma de emplastos como antiinflamatorio. Asimismo se le reconocen a esta planta efectos diuréticos, laxantes y sedantes, como también usos dermatológicos.

La avena silvestre (Wild Oat) es, entre las flores de Bach, la única de la familia de las gramíneas, género de plantas que han acompañado a la humanidad a lo largo de la historia. De hecho, enormes manadas de rumiantes de la Edad de Piedra ya se alimentaban con gramíneas.

La avena debe su nombre al vocablo del latín “avere”, que significa desear, y es, en general, el forraje preferido de los animales.

Su nombre científico, Bromus ramosus deriva del griego (avena ramificada), debido a la característica ramificación de sus espigas, que la diferencia de otras gramíneas. Suele crecer y desarrollarse en regiones boscosas, entre arbustos y matorrales y ser alimento de pequeños animales como el corzo y el ciervo, razón por la cual se la asocia con la huidiza Diana, diosa del bosque.

La avena silvestre es también comestible y muy apreciada por su alto valor nutritivo. Sus plantas pueden alcanzar hasta un metro y medio de altura y sus largos tallos, de aspecto quebradizo y débil, son en realidad fuertes y flexibles. Las flores, por su parte, son pequeñas y alargadas, de aspecto simple y sin colorido.

En el contexto del sistema floral de Edward Bach, la avena silvestre es recomendable para aquellas personas que esperan pasivamente que las soluciones lleguen solas, pero al mismo tiempo sienten la frustración de la inactividad o la desorientación.

En  palabras del médico británico, Wild Oat es la flor indicada “Para aquellos que ambicionan hacer algo importante en la vida, que quieren adquirir mucha experiencia y gozar todo lo que les sea posible, viviendo plenamente. Su dificultad consiste en poder determinar qué ocupación deben seguir, ya que aunque sus ambiciones son fuertes, no tienen una vocación que les llame más que otra. Esto les puede acarrear demoras e insatisfacciones."

Así como la espiga de la avena silvestre tiene la capacidad de pegarse al pelo de los animales o a la ropa de los hombres para así transportarse y propagar la semilla, el remedio derivado de sus flores tornaría a las personas que lo ingieren un necesario apego a su naturaleza y a las decisiones que de ella surgieran, modificando positivamente la situación dubitativa y de indefinición de quienes se caracterizan por esta personalidad.

La botánica herbolaria astrológica clasifica a las gramíneas bajo el signo del Sol por su relación con la luz que se manifiesta en el crecimiento de estas hierbas de manera predominantemente vertical, en las hojas de nervadura paralela y en los tallos.

También se patentiza la influencia de la luz en estas plantas, en los depósitos de ácido silícico en las paredes celulares de los tallos, glumas y aristas.

El silicio confiere a las plantas una gran resistencia frente a las plagas de hongos y mildíu, de influencia «lunática», y frente a las trompas y órganos masticadores de los insectos. El silicio le transmite la fuerza de la luz y del calor, ayuda a transformar el azúcar y el almidón y estimula la maduración de las semillas.

Se dice que el silicio transmite la fuerza de la luz y conecta con elevadas vibraciones cósmicas, lo cual explicaría el uso de gramíneas en diferentes rituales, como el caso de los brahmanes védicos, que utilizaban kusha, que es una gramínea emparentada con la avena silvestre, para fabricar los tronos de los dioses para las grandes ceremonias de sacrificio (yashnas).

Entre algunos pueblos antiguos, ofrecer una hierba indicaba la conclusión de un ritual de sumisión, mediante el cual el vencido admitía su derrota y se sometía a la voluntad del vencedor.

Dentro del sistema terapéutico floral de Bach, Wild Oad es considerada una flor catalizadora, es decir, que despeja los pensamientos permitiendo que las emociones verdaderas afloren sin disfraz.

Fuentes:
















lunes, 1 de agosto de 2011

Chicory. Helado y café para quienes se preocupan demasiado por los demás.

por Jorge Eduardo Padula Perkins

“Poner a hervir la leche y añadir la achicoria, mezclar con las yemas batidas con el azúcar y hacer una crema Inglesa. Añadir la nata y el azúcar invertido fuera del fuego. Dejar reposar en cámara 6 horas y mantecar en la sorbetera”, reza el texto de la receta de elaboración del helado de achicoria, típico de Cuéllar, en la comunidad autónoma española de Castilla y León.

En efecto, este vegetal comúnmente utilizado en ensaladas, y caracterizado por el acentuado sabor amargo de la intibina que contiene, es a su vez la delicia helada de la que se enorgullecen los habitantes de aquella ciudad de la provincia de Segovia.

Chicory (achicoria) es una de las flores que el sistema Bach incluye en el grupo siete, que refiere a aquellos que se preocupan en exceso por los demás.

En la teoría de Bach, las personalidades Chicory son aquellas que bajo la apariencia de excesiva preocupación por quienes lo rodean, esconden una gran necesidad de satisfacer sus propias necesidades de afecto. Se trata de personas que reclaman constante atención y denotan tendencias sobreprotectoras como forma de manipulación.

Según las palabras de Edward Bach, la energía de Chicory es adecuada “Para los que están muy atentos a las necesidades de los demás; tienden  a cuidar con exceso a los niños, a sus familiares, amigos, siempre encontrando algo que pueda ser rectificado.  Están continuamente corrigiendo lo que consideran erróneo y disfrutan haciéndolo.  Anhelan que aquellos por los cuales se preocupan permanezcan cerca de ellos”.

Esta planta perenne, cuyo nombre científico es  Cichorium intybus, crece en los suelos calcáreos, por lo general junto a los caminos. Puede llegar a un metro de altura. Sus tallos son fuertes y resistentes, muy ramificados.  Las hojas son un poco vellosas.  Sus flores miden de 2,5 a 4 centímetros de diámetro, son de color azul, y se ubican en pequeños racimos que nacen en las axilas foliares; no tienen una estructura fija, por lo que el número de pétalos varía.  Se abren con el sol, pero a las dos o tres horas se cierran, por la poca fortaleza de la flor. 

Su nombre proviene del griego kio: caminar y chOlion: campo.

Cuenta la leyenda que una hermosa muchacha de ojos azules prometió a su amado, que marchaba a la guerra, esperar su regreso a la vera del camino. El tiempo pasó contado en años y el ansiado retorno no se producía. Y la muchacha deambulaba triste aferrada a su promesa. Entonces la divinidad se apiadó de ella facilitándole su estadía al costado de los caminos del mundo en forma de achicoria.

Desde la Edad Media, la achicoria ha sido empleada en usos medicinales. Con el nombre de Solsequim aparece en las leyes agrarias dictadas por Carlomagno.
Paracelso la recomendaba en emplastos para las irritaciones de la piel y en infusión para tratar enfermedades del sistema digestivo y del hígado y como estimulante de la bilis.
Esta planta también puede utilizarse para el lavado de eczemas.

Manfred (1991) sostiene que “generalmente se usa el jugo exprimido de la raíz, del cual se toman 4 cucharadas por día, o haciendo hervir 30 a 50 gramos de la raíz cortada y secada a la sombra en un litro de agua, debiendo hervir hasta que el agua quede reducida a medio litro”

Usando esta agua durante largo tiempo –agrega el autor- en tomas de una cucharada cada dos horas, desaparecen los trastornos del hígado, de las almorranas, de la ictericia y de la hipocondría; limpia los riñones, el bazo y la vesícula.

Es la achicoria fuente de vitamina B1. Asimismo es aperitiva y tonificante del estómago y las funciones digestivas gracias a varios de sus componentes. Por un lado y tal como se señaló, cuenta con la intibina que se caracteriza por su efecto colagogo al tiempo que colabora en el buen funcionamiento del hígado. Por otra parte, aporta inulina, un hidrato de carbono abundante en las hojas y en la raíz, que estimula el apetito y favorece la digestión.

Es también buena para la vista, en particular para quienes padecen fotofobia, sequedad ocular o ceguera nocturna.

Su contenido de beta-caroteno o provitamina A la constituyen también en un buen antioxidante preventivo de enfermedades cardiovasculares, degenerativas y del cáncer, mediante el bloqueo del efecto dañino de los radicales libres y la reducción del colesterol LDL, llamado “colesterol malo”.

Finalmente también se ha comprobado en esta planta un suave efecto diurético derivado de su contenido de agua y potasio y discretamente laxante debido al aporte de fibras.

Pero la riqueza y variedad de usos de la achicoria no se agota en lo resumido hasta aquí. Más allá de todo lo dicho, es también uno de los principales sucedáneos del café.

La raíz de la achicoria, tras un proceso de secado, tueste y pulverización fue utilizada en España en las décadas de crisis de 1940 y 1950 para la preparación del dado en llamar “café de los pobres”.

En los últimos años la demanda de la achicoria comienza a despertar como un producto de herbolario, ya que se trata de un sustituto ideal para las personas que no pueden tomar cafeína, considerado incluso más saludable que los descafeinados, y por sus propiedades digestivas y nutritivas.

El consumo de la achicoria como café sigue siendo muy habitual en su zona de producción, en la que incluso se puede tomar en los bares de las provincias españolas de Valladolid y Segovia.

Fuentes:

Manfred, Leo (1991): Siete mil recetas botánicas a base de mil trescientas plantas medicinales, Kier, Buenos Aires.














viernes, 1 de julio de 2011

Hacia una fórmula floral preventiva para la salud del cuerpo y del alma.

Jorge Eduardo Padula Perkins

Como es sabido, Edward Bach ubicaba al origen de la enfermedad en el conflicto entre el alma y la mente.

Más atrás, la raíz profunda estaría en la disociación entre la persona humana y la unidad de todas las cosas.

En este sentido, el médico de Gales sostuvo que las causas primarias de enfermedad, las “primeras enfermedades reales del hombre”, son el orgullo, la crueldad, el odio, el egoísmo, la ignorancia, la inestabilidad y la codicia.

En tanto humanos con aciertos y errores es aceptable pensar que todos, en mayor o menor medida, estamos condicionados por esas emociones negativas, que deberíamos modificar en pos de la salud y el bienestar.

Si bien el sistema floral en su conjunto, con sus 38 esencias orientadas de acuerdo a los siete grupos emocionales, constituye la herramienta para alcanzar esos objetivos, resulta válido imaginar una fórmula de carácter general y preventiva que pudiese ser utilizada con anticipación a cualquier tipo de síntoma.

Es cierto que las esencias florales de Bach deben ser suministradas previo diagnóstico personal, pero ello no invalida la posibilidad de uso de una composición de condición general, orientada a equilibrar a los individuos en orden a las siete emociones que según Edward Bach son causas primarias de las enfermedades y que vale la pena reiterar: orgullo, crueldad, odio, egoísmo, ignorancia, inestabilidad y codicia.

Con este fin se han buscado, dentro de las 38 esencias del sistema curativo de Bach, aquellas flores que más se ajustan a la corrección de los desequilibrios emocionales en cuestión.

Orgullo.  [Water violet]

“El orgullo –afirma Edward Bach- se debe, en primer lugar, a la falta de reconocimiento de la pequeñez de la personalidad y de su absoluta dependencia del alma, y a no ver que los éxitos que pueda tener no se deben a ella, sino que son bendiciones otorgadas por la Divinidad interna; en segundo lugar, se debe a la pérdida del sentido de proporción, de la insignificancia de uno frente al esquema de la Creación. Como el Orgullo se niega invariablemente a inclinarse con humildad y resignación ante la Voluntad del Gran Creador, comete acciones contrarias a esa Voluntad.”

Los individuos que se relacionan con Water violet son precisamente orgullosos, vanidosos, individualistas y se creen superiores a los demás.

Bach ha sostenido en tal sentido que “si nos asalta el orgullo” deberíamos tratar de tomar conciencia “de que nuestras personalidades no son nada en sí mismas, incapaces de hacer nada bueno o de hacer un favor aceptable o de oponer resistencia a los poderes de las tinieblas, si no nos asiste esa Luz que nos viene de arriba, la Luz de nuestra Alma”.

Para alejarse del orgullo es menester aprender a respetar y comprender la fragilidad y pequeñez del hombre ante el Universo, y la valoración y aceptación del prójimo.

Water violet es entonces la esencia ideal para contribuir en tal sentido; para facilitar la comprensión de que la interacción y la comunicación con los demás es necesaria y merecedora del compromiso personal.

Crueldad.   [Beach]

En palabras de Bach, “la crueldad es la negación de la unidad de todos y un no lograr entender que cualquier acción contraria a otra se opone al todo, y es por tanto una acción contra la Unidad. Ningún hombre pondría en práctica sus efectos perniciosos contra sus allegados o seres queridos, y por la ley de la Unidad tenemos que desarrollarnos hasta entender que todos, por formar parte de un todo, han de sernos queridos y cercanos, hasta que incluso quienes no persigan evoquen sentimientos de amor y compasión.”

Dice Pastorino que “la dificultad de este tipo de personalidad radica en que no pueden ponerse en el lugar del otro, y entender que quizás no han tenido en la vida las mismas oportunidades y experiencias que le permitieron a él forjarse una determinada escala de valores”.

Para producir un cambio positivo es ineludible buscar lo bueno de los demás y desarrollar la benevolencia, la comprensión y la tolerancia respecto de los otros como parte de la unidad.

Beech sirve, en palabras de Bach, “para que frente a las cosas que parecen equivocadas, adquieran la capacidad de ver lo bueno que surge dentro de ellos.  Así podrán ser más tolerantes, indulgentes y comprensivos de los diferentes caminos de cada individuo y todas las cosas recorren en dirección a su propia perfección final”.
Esta flor aporta tolerancia, comprensión, humildad e indulgencia, al tiempo que ayuda a percibir la belleza y la virtud que hay en todas las cosas, mientras simultáneamente, favorece la aceptación de la vida con todas sus imperfecciones.

Odio.  [Holly]

Según el doctor Bach, “el odio es lo contrario del Amor, el reverso de la Ley de la Creación. Es contrario a todo el esquema Divino y es una negación del Creador; lleva sólo a acciones y pensamientos adversos a la Unidad y opuestos a los dictados por el Amor.”

La personalidad de tipo Holly se siente abandonada y carente de amor, por lo cual se construye en base a celos, odio, envidia, rencor y/o venganza.

La prevención y la curación de ese estado, transitorio o caracterológico, se logrará, señala Bach, “erradicando ese defecto con el recto desarrollo de la virtud que lo ha de destruir; no combatiendo el mal, sino aportando tal cantidad de la virtud opuesta es que quedará barrido de nuestras naturalezas”.

La manera de salir del odio será “buscando lo bueno de los demás” inclusive de quienes nos han ofendido. Así “la conquista final de todos se hará a través del amor y el cariño, y cuando hayamos desarrollado lo suficiente esas dos cualidades, nada podrá asaltarnos, pues siempre estaremos llenos de compasión y no ofreceremos resistencia, pues, reiteramos, por la propia ley de la causa y efecto, es la resistencia la que perjudica”.

El remedio Holly contribuirá entonces a combatir emociones negativas como ira, resentimiento, celos, envidia, desconfianza, venganza y odio, acrecentando la capacidad de amar.

Egoísmo. [Heather]

“El egoísmo –sostiene Bach- es nuevamente una negación de la Unidad y de nuestro deber para con nuestros hermanos los hombres, al anteponer nuestros intereses al bien de la humanidad y al cuidado y protección de quienes nos rodean.”

Las personas asociadas a Heather, son aquellas que precisan ser centro de todas las situaciones y necesitan ser escuchadas, al tiempo que no saben ni les interesa escuchar.

El doctor Bach dice: “Dado que hay una raíz principal en toda enfermedad, a saber el egoísmo, así también hay un método seguro y principal para aliviar cualquier padecimiento: la conversión del egoísmo en dedicación a los demás. Con sólo que desarrollemos suficientemente la cualidad de olvidarnos de nosotros mismos en el amor y cuidado de quienes nos rodean, disfrutando de la gloriosa aventura de adquirir conocimiento y ayudar a los demás, nuestros males y dolencias personales terminarán rápidamente. Esa es la gran meta final: la pérdida de nuestros propios intereses en el servicio de la humanidad.”

Para contrarrestar esta emoción negativa es necesario orientar nuestra energía en una actitud de servicio. Concretamente, el médico de Gales asevera que “La cura del egoísmo se efectúa dirigiendo hacia los demás el cuidado y la atención que dedicamos a nosotros mismos, llenándonos tanto de su bienestar que nos olvidemos de nosotros mismos en nuestro empeño. Como lo expresa una gran orden de Hermandad: Buscar el solaz de nuestra aflicción llevando el alivio y el consuelo a nuestros semejantes en la hora de su aflicción”, y que no hay forma más segura de curar el egoísmo y los subsiguientes desórdenes que ese método.

Heather actúa ayudando a que el individuo aprenda a escuchar y comprender la importancia de cada ser humano.

Ignorancia. [Chestnut bud]

Para Edward Bach, “la ignorancia es el fracaso del aprendizaje, negarse a ver la Verdad cuando se nos ofrece la oportunidad, y lleva a muchos actos equivocados como los que sólo pueden existir en las tinieblas y no son posibles cuando nos rodea la luz de la Verdad y del Conocimiento.”

Las personas con este estado caracterológico no aprenden de la experiencia y reiteran errores.

Para modificar esto, deben perder el miedo a enfrentar nuevas experiencias y expandir la mente en sentido de apertura y receptividad.

El doctor Bach incluyó en su sistema floral el Brote de Castaño (Chestnut Bud) como "flor del aprendizaje".  Es la flor del autoconocimiento. La energía de esta flor limpia aquellos aspectos de la mente que impiden visualizar con claridad los pasos a dar.

Chestnut bud provoca la necesidad de cambio de actividad y abre una percepción más fina del entorno.

Se suele llamar la "flor de la visión" porque ayuda a ver con claridad lo que sucede y a encontrar los caminos adecuados.

Inestabilidad.  [Cerato]

“La inestabilidad, la indecisión y la debilidad aparecen cuando la personalidad se niega a dejarse gobernar por el Ser Superior, y nos llevan a traicionar a los demás por culpa de nuestra debilidad. Tal condición no sería posible si tuviéramos en nosotros el Conocimiento de la Divinidad Inconquistable e Invencible que es en realidad nuestro ser”, ha aseverado Bach.

El individuo en estado Cerato negativo, se siente inseguro de sus propias capacidades y le cuesta tomar decisiones. Ha olvidado su conexión con su parte Superior, negando reconocer su infinita sabiduría interior.  En realidad, su intuición es fuerte y poseen opiniones propias, definidas y por lo general sabias y acertadas, pero su miedo a transgredir las normas sociales de su grupo es tan grande, que las ocultan y niegan. 

Cerato es la esencia indicada por Bach “para quienes no tienen suficiente confianza en sí mismos para tomar sus propias decisiones.  Constantemente buscan el consejo de los demás y con frecuencia son mal aconsejados.”

El camino del cambio positivo se orienta al gobierno de si mismo, a través de la confianza y la voluntad y el aprender que es mejor actuar que dejar pasar las oportunidades pasivamente.

Dice Pastorino que “el Cerato es el remedio que ayuda a disipar las dudas, que da confianza en uno mismo, que permite que surja la natural sabiduría que todos tenemos adentro”

Agrega que “es importante diferenciar este medicamento del Scleranthus, del Larch y del Centauro. El primero duda, pero siempre entre dos cosas y jamás consulta. Larch es inseguro, pero no de sus ideas sino de su propio valer y no se anima a enfrentar situaciones por miedo al fracaso. Cerato siempre se anima a actuar. Y finalmente Centauro puede actuar según otras ideas, pero no por duda sino por sometimiento y necesidad de ser aceptado”.

Codicia.  [Vine]

“La codicia –escribió Edward Bach- lleva al deseo de poder. Es una negación de la libertad y de la individualidad de todas las almas. En lugar de reconocer que cada uno de nosotros está aquí para desarrollarse libremente en su propia línea según los dictados del alma solamente, para mejorar su individualidad y para trabajar con libertad y sin obstáculos, la personalidad codiciosa desea gobernar, moldear y mandar, usurpando el poder del Creador.”

Según Chancellor, las personalidades Vine, “pisotean y menosprecian los deseos y las opiniones de sus semejantes, y no sólo esperan obediencia inmediata sino que la exigen.  Les encanta el poder: codician la autoridad y son despiadadas con tal de conseguirla.  Están seguras de que tienen razón, y por lo tanto imponen su voluntad a quienes los rodean.  Rara vez discuten, pues están tan seguros de tener razón que no admiten discusión posible”

En este sentido, Bach refería a “gente muy capaz, segura de su habilidad y con fe en el éxito” que, “siendo tan seguros, creen que sería bueno para los demás dejarse convencer para hacer las cosas como ellos mismos las hacen, o en la forma que ellos consideran sea la correcta”.

Describe a las personas Vine como “aquellos que son dominantes” y afirma que “requieren mucha ayuda y consejos para poder realizar la gran verdad universal de la Unidad y para entender la alegría de la Hermandad”, al tiempo que asevera que “perderse estas cosas es perderse la auténtica felicidad de la Vida, y tenemos que ayudar a esas personas en la medida de nuestras fuerzas”.

La rectificación del camino reclama la comprensión de la riqueza interior y el trabajo orientado por la vocación, con respeto por la identidad y la libertad de los semejantes.

Vine invita a ayudar al prójimo y estimular y promover su autoestima.

La fórmula. ¿Preventive Remedy?

De lo expuesto se infiere que una fórmula de flores de Bach que integre Water violet, Beech, Holly, Heather, Chestnut bud, Cerato y Vine, constituye un remedio de carácter general y preventivo que puede ser suministrado a cualquier persona aun antes de que se manifieste sintómáticamente enferma.

El Remedio Preventivo orientado a neutralizar las primeras y radicales enfermedades del hombre, como lo son el orgullo (Water violet), la crueldad (Beech), el odio (Holly), el egoísmo ( Heather), la ignorancia (Chestnut bud), la inestabilidad (Cerato) y la codicia (Vine).

Bibliografía y fuentes:

Bach, Edward (1991): La Curación por las Flores (Cúrese Ud. Mismo; Los Doce Remedios; Catálogo de Remedios de Wheeler) Edaf. Madrid.

Chancellor, Philip M. (1992): Flores de Bach. Manual ilustrado. Ediciones Lidium. Buenos Aires.

Espeche, Bárbara y Grecco, Eduardo (2009): Jung y flores de Bach. Arquetipos y flores. Ediciones Continente, Buenos Aires.

Pastorino, María Luisa (1989): La medicina floral de Edward Bach. Editorial Club de estudio. Buenos Aires.

Monter, Gemma (sin fecha): Errores fundamentales y sus enfermedades. [En línea] http://www.enbuenasmanos.com/articulos/muestra.asp?art=1002  [Consulta: 04-MARZO-2011]


http://www.institutobach.com.ar/  [Consulta: 03-MARZO-2011]


http://www.esenciasflorales.net  [Consulta: 14-MARZO-2011]

miércoles, 1 de junio de 2011

Star of Bethlehem…como la leche, blanca

por Jorge Eduardo Padula Perkins

Cualquiera podría fácilmente suponer porqué uno de sus nombres es “Estrella de Belén” (Star of Bethlehem en lengua inglesa). La morfología de esta flor permite que se la asocie con una particular y brillante estrella.

Es una planta herbácea, de la familia de las liláceas, con hojas estrechas y más bien rígidas y con el tallo que alcanza como máximo medio metro.

Sus flores aparecen reunidas en inflorescencias muy densas. Son de color blanco y con la parte central amarilla oscura. Presentan seis pétalos con una raya central de color verde oscuro en la parte externa. Del centro de la estrella, sale una pequeña «corona» con seis «puntas» que presentan motas amarillas en los extremos. Se trata de los pétalos que rodean un ovario súpero de tres hojas junto con el estilo y el estigma. Seis pétalos perfectos, dan la imagen de estrella de David o del sello de Salomón.

Sin embargo no es tan fácil estimar la razón por la cual el Ornithogalum umbellatum tiene este llamativo nombre de “Leche de pájaro”.

En el siglo I, se denominaba a esta planta "Ornitogalo", que significa literalmente "leche de pájaro" de órnithos=pájaro y gála=leche. El mismo nombre por el que en la actualidad aún se conoce. La mencionan Dioscórides y Plinio. Dioscórides indica que "su raíz es bulboide, se come cruda, cocida y asada".

No existe acuerdo respecto de la causa originaria de esta denominación. Mientras algunos la asocian escatológicamente a la blancura de las deposiciones de las aves, otros estudiosos menos prosaicos vislumbran el nombre como emergente de la expresión “tan rara como la leche de pájaro”.

Ninguna relación tiene con sus homónimos el pastel de bombones tradicional ruso “leche de pájaro”, o el brebaje de agua y alpiste también conocido con este nombre o el de Lechuza.

La planta debe su nombre latino de especie, umbellatum (umbella = sombrilla, umbela), a que las flores se hallan arracimadas en el extremo de un tallo que tiene una longitud aproximada de 15 cm. Antiguamente se consideraban los bulbos como diuréticos y laxantes. También como emolientes (para reblandecer quistes y tumores de distinto tipo). No obstante, algunas fuentes refieren que sus bulbos tienen una composición toxica o venenosa, capaz de producir síntomas de depresión e hinchazón que podrían inclusive ser causales de muerte.

También conocida como “Leche de ave” o “Leche de gallina” y como “Culebrilla ajera”, es una de las 38 flores que integran el sistema terapéutico del Dr. Edward Bach.

En palabras del médico británico, esta flor es indicada “Para los que sufren un gran malestar debido a acontecimientos que les han producido una gran infelicidad.  El shock causado por graves noticias, la pérdida de un ser querido, el susto que sigue a un accidente o cosas parecidas.  Este trae alivio a quienes durante algún tiempo se niegan a aceptar consuelo”.

El nombre Estrella de Belén, no solamente hace alusión al origen geográfico de la planta sino que también esclarece el complejo simbólico que rodea a esta flor. En todo el Oriente Próximo esta flor era considerada símbolo de la pureza, de la inocencia y de la virginidad.

Leche de pájaro, como las demás azucenas, está marcada por la simetría del tres y del seis respectivamente. Su flor forma una estrella de seis puntas. En el hinduismo, la estrella de seis puntas es el símbolo de la unión entre los principios femenino y masculino, entre prakriti (la materia) y purusha (la conciencia), en el ser absoluto, no manifiesto y carente de propiedades.

En la imaginería de los antiguos griegos, este tipo de azucenas blancas habían surgido de gotas de leche salidas de los pechos de la diosa Heras y caídas sobre la Tierra, lo que ofrece otra mirada sobre los posibles orígenes de su láctea denominación.

A partir del bulbo de esta planta, la homeopatía elabora una tintura que se emplea para diversos conjuntos de síntomas, como son la depresión, el agotamiento, las afecciones inflamatorias de la piel, los trastornos gástricos, las náuseas, y como terapia para los síntomas concomitantes del cáncer gastroduodenal.

En la terapia floral de Bach, la Estrella de Belén forma parte, junto con Impatiens, Cherry plum, Rock rose y Clematis, del “Rescue Remedy” (remedio de rescate), combinación diseñada por su creador para enfrentar situaciones de emergencia o crisis.

Fuentes:









domingo, 1 de mayo de 2011

La participación de la energía personal en la curación por las flores.

Jorge Eduardo Padula Perkins

El fundamento terapéutico del sistema floral del doctor Bach hunde sus raíces pragmáticas en el concepto de energía vibracional proveniente de las flores y transmitida por el agua.

En otro escrito ( http://lasfloresybach.blogspot.com/2011/02/el-agua-y-las-flores-de-bach-emoto.html ) se ha abundado en detalles relativos al modo en que los cluster de agua se modifican ante los estímulos energéticos, fueren ellos los que portan las flores o los provenientes de otras fuentes, capaces de alterar la composición del medio acuoso.

También en la citada nota se refería que “la receptividad y capacidad de asimilación y reacción del agua no se limitaría a la energía proveniente de elementos físicos, sino se extendería, según algunos estudios, a los estímulos de origen inmaterial y emocional, los sentimientos y la conciencia”.

Puede entonces pensarse que las propiedades curativas de las flores de Bach no devienen en forma exclusiva, ni mucho menos excluyente, de las plantas de donde proceden las esencias y que dan nombre a cada una de ellas y a sus manifestaciones caracterológicas.

Si el agua es tan sensible a los estímulos de su entorno, y es el medio en el cual se consolidan y transmiten las energías florales, ella misma tiene un valor destacado en el compuesto que resulta del proceso de exponer las plantas a los rayos del sol dentro de un recipiente con agua.

No quedan dudas respecto de la convergencia energética entre la flor, el sol y el agua. Pero amen de ello, no debería considerarse marginal dentro de este proceso a la presencia humana de quien lo lleva a cabo y su particular energía.

Este es el punto sobre el cual se pretende reflexionar: La participación de la energía personal en los remedios florales.

En tanto el agua denotaría la capacidad de “absorber” energías emocionales, tal como lo han demostrado las experiencias de Emoto y Shui Yin Lo y lo presuponen algunos cultos religiosos, es dable conjeturar que el producto del proceso de elaboración de las esencias florales de Bach “incluye” la energía de quien lo lleva a cabo.

Si, a la luz de lo antedicho, tomamos como cierta la idea de que los sentimientos pueden modificar la constitución del agua y transmitirse a través de ella, resulta inexcusable advertir que la condición emocional de quien elabora las esencias, en términos generales y al momento de hacerlo en particular, habrá de dejar huella en el producto.

Entonces se torna ineludible señalar que las esencias florales resultarán energéticamente más curativas y eficaces si las personas dedicadas a la elaboración de las mismas se empeñan en la tarea con una actitud particularmente positiva. Serán esencias dotadas de mayor valor energético si los individuos que cortan las flores o los brotes, las colocan en recipientes con agua y las exponen al sol dedican a ese trabajo sus mejores pensamientos. Resultarán remedios más potentes si durante su envasado se proyectan sobre ellos ideas y valores constructivos, respetuosos de la vida y asociados ella.

En la misma línea de pensamiento es dable imaginar una sumatoria energética mediante las emociones positivas de los farmacéuticos o terapeutas que preparan la medicina floral según la indicación para cada caso. Es viable intuir que no solamente colocan gotas de cada esencia en un medio acuoso sino que suman a ellas la voluntad y la energía propias en pos de la efectividad terapéutica del remedio.

Finalmente, la propia energía positiva y esperanzada de quien toma en sus manos el frasco gotero y lleva a su boca unas gotas, debería sumarse a esa cadena de influencia emocional sobre el medio acuoso que asimila y lleva consigo no solo la energía de las flores, sino también la de cada persona que, a lo largo del proceso, se contacta con el remedio.

Cada quien tiene, por lo tanto, su ocasión, su responsabilidad y su oportunidad de potenciar las cualidades curativas de las flores de Bach a través de la propia energía positiva proyectada sobre el agua. 

Fuentes: