La perspectiva filosófica del sistema terapéutico floral de Edward Bach

La curación por las flores implica el reconocimiento de vibraciones energéticas que, provenientes de éstas, llegan a los individuos tratados transportadas por el agua. Pero detrás de esta síntesis prevaleció en Edward Bach una concepción filosófica de la enfermedad y los enfermos.

Según el médico galés, la enfermedad tiene sus raíces en un conflicto entre el alma y la mente. Cuando nuestra personalidad se desvía del camino trazado por el alma, fuere por la propia acción o por influencia de otros. Asimismo, provoca enfermedad todo acto de crueldad o mal hacia los demás, en tanto atenta contra la unidad.

Debido a ello, y pese a lo negativo de su apariencia, la enfermedad es en si misma beneficiosa, dado que permite percibir ese conflicto, ese desequilibrio emocional entre el alma y la mente y, consecuentemente, corregirlo. Así tanto la prevención como la curación están ligadas a la erradicación de nuestros defectos, no por enfrentamiento con el mal, sino por desarrollo y crecimiento de la virtud opuesta.

En este contexto las flores actúan fortaleciendo o desarrollando actitudes positivas de optimismo, alegría, paz, tranquilidad, paciencia, coraje, fortaleza, sabiduría interior y seguridad.

Finalmente, Bach sostiene que son siete los estados de ánimo o emocionales que pueden alterar la salud. El miedo, que bloquea las iniciativas vitales; la incertidumbre, que deja a merced de los demás; la falta de interés por la realidad; la soledad orgullosa y egoísta; la hipersensibilidad respecto del juicio ajeno; el desánimo o la desesperación; la preocupación excesiva por los demás con carácter posesivo.

Estos siete estados de ánimo conformarán los siete grupos emocionales en los que se agrupan las 38 esencias florales del sistema terapéutico ideado por Edward Bach.

Jorge Eduardo Padula Perkins







lunes, 24 de enero de 2011

Bach y las cuatro esencias de tres castaños

por Jorge Eduardo Padula Perkins

Entre los 38 remedios florales propuestos por Edward Bach hay cuatro que provienen del castaño. Tres son los tipos de castaño que el médico galés incluye entre sus esencias florales: Castaño rojo (Red chestnut), Castaño dulce (Sweet chestnut) y Castaño blanco (White Chestnut).

Por su parte, este último aparece de dos formas, a saber: White chestnut y Chestnut bud. Es decir que el brote de castaño (Chestnut bud) correspondiente al sistema curativo de Bach no remite a cualquier forma de la especie sino específicamente al castaño blanco (Aesculus Hippocastanum).

En este orden de cosas resulta válido señalar que tanto White chestnut como Chestnut bud corresponden al grupo emocional de aquellos que sienten desinterés por el presente. White chestnut, para quienes tienen diálogos internos torturantes y reiterados, en los que persisten ideas desagradables. Chestnut bud, para quienes repiten errores y no aprenden de la experiencia. Dos formas de permanecer al margen del presente, ambas caracterizadas por la recurrencia, en un caso de pensamientos negativos, en el otro de errores.

Asimismo, podría referirse el vínculo entre White chestnut y Red chestnut ya que esta última es la flor indicada para aquellos casos en los que la preocupación por los demás se torna angustiante y persistente. Es, en palabras de Bach “para quienes encuentran difícil no estar ansiosos por los demás. Con frecuencia han dejado de preocuparse por si mismos, pero pueden sufrir mucho por sus seres queridos, anticipando frecuentemente alguna desgracia que pudiera ocurrirles”. Pero cuando tales pensamientos persisten hasta el punto de interferir en el normal desenvolvimiento de la vida cotidiana y adquieren carácter torturante, resultará White chestnut el remedio adecuado. El correcto diagnóstico diferenciado será, en estos como en la mayoría de los casos, parte de la labor del terapeuta floral.

Red chestnut

El castaño rojo (Aesculus carnea) es también conocido como castaño de Indias rojo y se trataría de un híbrido entre el castaño de Indias (Aesculus hippocastanum) y la Pavia roja (Aesculus pavia).

Es un árbol de forma ancha y columnar, con corteza pardo rojiza que puede alcanzar los 20 metros de altura. Las hojas, verdes oscuras, forman estructuras palmares con foliolos dentados en cantidad de cinco a ocho.

Las flores, que aparecen en forma de espiga de entre 12 y 20 centímetros de longitud, son inicialmente de color amarillo cremoso, ligeramente manchadas de rosa y posteriormente rosadas con manchas rojas. El fruto es redondeado, algo espinoso y encierra hasta tres semillas (castañas).

Las castañas de este árbol, de color rojizo y más brillante que las del castaño común, no son aptas para el consumo humano.

Como otras de su especie, aunque en menor medida, tiene algunas aplicaciones terapéuticas. La corteza en decocción tiene propiedades homeostáticas por lo que se usa para reforzar los vasos sanguíneos. Es también astringente y alivia la diarrea, el reumatismo y los desórdenes venosos.

En el sistema de Bach, como se refirió, Red chestnut es la esencia indicada para los que tienen miedo excesivo por los demás.

White chestnut.

El castaño blanco (Aesculus hippocastanum) o castaño de Indias es un árbol de gran porte de la familia de las sapindáceas.

Aesculus es la denominación que en latín se da a la encina, mientras que hippocastanum significa “castaña de caballo”, dado que en la antigüedad su fruto se utilizaba para alimentar al ganado equino doméstico.

Es un árbol que alcanza los 30 metros de altura, con un tronco erecto y numerosas ramas, con hojas grandes con entre 5 y 7 foliolos que desde lejos se asemejan a los dedos de una mano.

Las flores son blancas y forman racimos piramidales. La corola tiene cinco pétalos y el cáliz es en forma de campana. Posee estambres de color rojo pardo. El fruto, no comestible por su amargor, es la castaña, recluida en un envoltorio espinoso.

Es utilizado para tratar flebitis, várices, hemorroides y problemas vasculares. Por vía externa protege el cabello, razón por la cual existen diferentes tipos y marcas de champú que las incluyen en sus fórmulas. Su extracto fluido tiene utilización como protección antisolar para la piel. En grandes dosis puede ser tóxico.

En la terapia floral aparece, tal como se señaló, de dos maneras. White chestnut para el tratamiento de los pensamientos indeseados, persistentes y torturantes. Chestnut bud para quienes no aprenden de la experiencia y reiteran los errores.

Sweet chestnut.

El castaño dulce (Castanea sativa) es muy preciado por su fruto comestible. De crecimiento rápido, se desarrolla en terrenos secos y arenosos. De la familia de las fagáceas,  es un árbol de condición longeva que puede alcanzar hasta 30 metros de altura.El diámetro de su tronco llega a ser hasta de dos metros.

Su corteza es de color ceniza o parduzco, muy resquebrajada, aunque en los ejemplares jóvenes se presenta lisa y verdosa. Las hojas son grandes, de 10 a 25 centímetros de largo y hasta 10 de ancho, oblongo lanceoladas y marcadamente dentadas. De tonalidad verde oscuro, tornan a amarillas en otoño.

Produce espigas de flores pequeñas de color amarillo crema, engastes de masculinas que tienen en la base cinco o seis flores femeninas.En el interior de una corteza espinosa aparecen sus frutos comestibles.

Tradicionalmente se lo utilizó como fuente de alimentación, en particular para poblaciones campesinas, tanto mediante el consumo directo como mediante su integración a preparados culinarios, y también para los animales domésticos.

La castaña puede consumirse cruda, pero también cocida o asada. El marrón-glacé es un dulce de receta francesa en base a castañas. También se elaboran aguardiente, crema y pan de castañas.

En uso terapéutico, combate los síntomas de la tos, la faringitis y la diarrea.

Bach consideró a Sweet chestnut como “la flor del Ave Fénix” dado que su energía vibracional contribuye a restaurar la fe y la esperanza, y facilita el camino para un renacimiento espiritual luego de haber transitado “la noche negra del alma”.



Fuentes:


http://www.hierbitas.com/ [Consulta: 22-11-10]

http://www.floresdebach.info/ [Consulta: 22-11-10]





jueves, 20 de enero de 2011

Permacultura ¿camino hacia la “unidad de todas las cosas” a la que refería Bach en su filosofía?

Por Jorge Eduardo Padula Perkins

El médico galés Edward Bach, diseñador del sistema de curación por las flores, enmarcaba su propuesta terapéutica en una concepción de la vida como unidad indisoluble en todas sus manifestaciones.

Debido a ello es que, entre los factores alteradores de la salud, identificaba a “la crueldad o el mal frente a los demás”, por tratarse de atentados contra la unidad de la cual el individuo forma parte y en la cual se integra. Ese desequilibrio y el que se produce entre el alma y la mente, resultan para Bach las causas profundas de la enfermedad.

Es por eso que la medicina misma debe ser incruenta y armónica para ayudar al paciente al “a alcanzar un conocimiento de si mismo y a destacar en si los errores fundamentales que esté cometiendo, las deficiencias de su carácter que tenga que corregir, y los defectos de su naturaleza que tenga que erradicar y sustituir por las virtudes correspondientes” y “administrar los remedios que ayuden al cuerpo físico a recobrar fuerza y ayuden a la mente a serenarse, a ensanchar su campo y a buscar la perfección, trayendo paz y armonía a toda la personalidad”.

Tales remedios se encuentran para Bach en la naturaleza. Así las flores, cuya energía vibracional transmitida a través de procesos naturales con la intervención del agua y del sol, contribuye al equilibrio emocional de quienes lo necesiten.

Es por ello que se intenta en este artículo un abordaje descriptivo de los rasgos generales, teóricos y prácticos, de la permacultura, acaso una forma de poner en práctica la armonía del ser con la unidad, propuesta radical de la filosofía de Bach.

Si bien la permacultura nace como una experiencia eminentemente agrícola (permanent agriculture –agricultura permanente–), no tarda en expandirse conceptualmente en tanto que torna en modo de vida, con todo lo que ello involucra. Sus orígenes se remontan a mediados de los años setenta, cuando los australianos Bill Mollison y David Holmgren, desarrollaron una serie de ideas para la creación de sistemas agrícolas sostenibles. Fue allá por mediados de los años setenta cuando Mollison, profesor de una escuela de diseño ambiental y Holmgren, joven estudiante, construyeron un primer andamiaje de ideas para la creación de sistemas agrícolas con los que pretendían superar los rendimientos reales de la agricultura tradicional. Notaron que la agricultura industrial, orientada a los monocultivos y el uso de fertilizantes y pesticidas, contaminaban suelos y aguas dañando la biodiversidad y erosionando suelos fértiles.

En 1978, Mollison y Holmgren publicaron el primer libro referente a este concepto, bajo el titulo «Permaculture One» (Permacultura Uno). Bill Mollison, dotado de una personalidad carismática, expandió sus ideas a través de cursos y seminarios durante los años 80 y 90, a partir de los cuales se fueron formando nuevos practicantes y promotores de la permacultura en distintos puntos del planeta. Ya en los ochenta, el concepto tendió a traspasar los límites de lo agrícola para incluir aspectos sociales y del hábitat, hasta devenir en una cosmovisión holística.

La permacultura es entonces un concepto en construcción, vinculado a éticas y principios de diseño en el planeamiento, desarrollo, mantenimiento, organización y preservación del hábitat, cuyos ejes son el «cuidado de la tierra» (componente ecológico, orientado al uso cuidadoso de los recursos naturales), el «cuidado de la gente» (componente social, que promueve el derecho individual y colectivo al diseño del uso de los recursos desde lo particular hacia lo general, comenzando por la familia o grupo primario) y «compartir de una forma justa los excedentes y capacidades» (componente económico, que propone destinar productos y excedentes al seguimiento de los objetivos precedentes para constituir un circuito virtuoso de retroalimentación). Sostiene David Holmgren (2002), uno de los padres de la permacultura, que esta se ha enfocado históricamente en «el manejo de la tierra y la naturaleza como fuente y aplicación de los principios éticos y de diseño», pero que luego tales principios evolucionaron y «se aplican en otros ámbitos concernientes a los recursos físicos y energéticos así como a la organización humana».

En una conferencia ofrecida en la Universidad de las Naciones Unidas, en Tokio, en octubre de 1996, Mollison se refirió a la permacultura diciendo que «es esencialmente un sistema abierto, porque acepta información de cualquier fuente ya sea científica o tradicional, y no tiene por lo tanto ninguna forma didáctica o fija de hacer las cosas. La gente a veces dice que va a crear una permacultura como un ejemplo típico de permacultura y yo digo que difícilmente puede ser típica de sí misma. No hay una sola forma de hacer algo correctamente. En cada sitio será diferente».

«La permacultura –continúo diciendo Hill Mollison- se ha propagado por todo el mundo con la excepción, creo, de dos países y en todas partes es autóctona, con profesores locales que enseñan en su propia lengua. Y su crecimiento es geométrico: empezó en el año 1979 como un curso único que yo mismo enseñaba. Para el año 1980 ya había tres profesores y en el noventa varios cientos de ellos. En la actualidad hay varios miles, cuatro o cinco mil en inglés y otros tantos en otros idiomas. Y se extiende porque no posee un sistema jerárquico. No tiene una cúspide directiva y no hay ninguna persona por encima de otra. Se compone de pequeñas entidades independientes que se rigen por sí mismas sin necesidad de personal directivo. Quizás os parezca un disparate pero no tiene personal administrativo a sueldo ni plantilla. Asimismo no acepta ayudas del gobierno ni de la industria y por lo tanto es libre de hacer lo que le parece correcto en cada momento. Al no aceptar ayuda, no acepta líneas directrices y al no aceptar ayuda demuestra no sólo que la permacultura es autosuficiente sino que puede enseñar cómo lograr esta autosuficiencia a quien la conoce».

La amplitud del concepto

La permacultura es una faceta transversal del multiculturalismo, con principios éticos y de diseño que abarcan distintos aspectos tales como:

Manejo de la tierra y de la naturaleza: bosque-huertos, agroforestería, acuacultura, bancos de semillas, manejo integrado de plagas, conservación y manejo sostenible de espacios silvestres, agricultura orgánica o biodinámica.

Ambientes construidos: utilización de materiales naturales y locales, autoconstrucción, eco-construcción, climatización natural.

Herramientas y tecnología: sanitarios secos, composteros, energías renovables, tecnologías apropiadas, reutilización y reciclado, diseño para el ahorro.

Educación y cultura: huertas escolares, espíritu de arraigo, investigación activa, artes participativas, educación para la paz.

Bienestar físico y espiritual: parto en casa, muerte digna, yoga y otras disciplinas, medicinas alternativas y complementarias.

Economía y finanzas: sistemas locales de ahorro y préstamo, inversiones éticas, relocalización de comercio e intercambio, mercados de trueque, voluntariado.

Propiedad de la tierra y gobierno comunitario: cooperativas de producción y consumo, ecoaldeas, comunidades sostenibles, procesos participativos en la toma de decisiones, resolución de conflictos.


Se trata de una manifestación cultural vivencial y teórica, que no está arraigada en lo geográfico, ni en lo étnico, histórico, mítico, religioso o ritual, sino que fluye en la transversalidad de todo orden. Es un emergente moderno producto de la búsqueda de alternativas a la sobreexplotación de los recursos naturales. Es una cosmovisión que engloba una forma de ser y de hacer diferente a la hegemónica, tanto en materia de explotación y producción como en las formas de vida consecuentes con esa ética. El concepto de permacultura deviene de la agricultura pero no puede limitarse a ella debido a su
carácter holístico y sistémico que no le permite aislar una actividad humana del resto del quehacer y obrar de los individuos y los grupos. La propuesta permacultural se apropia, total o parcialmente y de manera creativa, de saberes ancestrales, muchas veces olvidados o dejados de lado ante la sensación de unicidad ideológica predominante. En tal sentido, reivindica y promueve el desarrollo humano en armónica concordancia con la naturaleza y no mediante el control y la dominación de ella.

Es por eso que no se trata de una variante simple dentro del sistema imperante, sino de una cosmovisión totalmente diferente y antihegemónica que, como se dijo, no se agota en una huerta orgánica, ni en un baño seco, ni en una economía de trueque, sino que se expande a una totalidad ética y filosófica existencial que comprende también formas de arquitectura, alimentación, concepción de la vida y del lugar individual y colectivo del ser humano en el contexto universal, que lo involucra empírica y teóricamente, desde los actos personales hasta las actividades comunitarias y sociales.

Ecoaldeas: un escenario para la permacultura

Las comunidades denominadas ecoaldeas son por lo general ejemplos de la motivación permacultural puesta en práctica, desarrollo y evolución colectiva. Alejandro Álvarez (sin fecha) ofrece una generosa caracterización de ellas, asegurando que asumen la compleja tarea de «crear un sistema armónico que supere la dualidad ‘cultura-naturaleza’ y que neutralice cualquier impacto ambiental negativo derivado de la actividad humana, haciendo de la sostenibilidad una vivencia cotidiana, para lo cual deben hallar las formas de preservar los hábitats naturales del lugar, producir alimentos, madera y otros bio-recursos, procesar los residuos orgánicos y líquidos generados en la Ecoaldea y verter el menor residuo tóxico posible, reduciendo al máximo toda generación de basura».

Es tema crucial para este tipo de organizaciones «el desarrollo de un sistema económico capaz de sostener el desarrollo humano, partiendo del principio de equidad, de no explotación de personas ni lugares, ni del futuro en beneficio del presente», como así también «cómo se tomarán las decisiones, con qué método y para qué tipo de decisiones; cómo se solucionarán los conflictos y cómo se harán cumplir las resoluciones comunitarias» (ibídem).

Para Jackson (sin fecha), «una ecoaldea es un asentamiento sostenible en un medio urbano o rural, que respeta y restaura el sistema circulatorio de los cuatro elementos, tierra, agua, fuego y aire, en la naturaleza y en las gentes. Estos cuatro elementos abarcan todos los aspectos de la vida humana: estructuras físicas (tierra), infraestructura (agua), estructuras sociales (fuego) y cultura (aire)».

Los cultivos orgánicos

Uno de los componentes fácticos de la permacultura está constituido por la implementación de la huerta orgánica. Esto es, los sistemas de cultivo basados en la utilización óptima de los recursos naturales, sin emplear productos químicos de síntesis u organismos genéticamente modificados (ni como pesticidas ni como fertilizantes), con el múltiple objetivo de obtener productos orgánicos más sanos para la alimentación, conservar la fertilidad de la tierra y respetar el medio ambiente de manera sostenible y equilibrada. «La agricultura orgánica –advierte Solórzano del Río (2003)- reconoce que la naturaleza es un ecosistema uniforme, sin embargo, consiste en muchas diferentes áreas ecológicas, cada una hecha de redes de especies de animales y plantas interdependientes, numerosas y locales. Así que cada granja orgánica necesita encajar en su vecindad ecológica local. Cuando encajamos las prácticas de siembra en un sistema natural diverso, el sistema mismo cuida de los problemas de producción. En la agricultura orgánica, el terreno se ve como un organismo, no como una fábrica».

El lugar donde vivir

Como se pude apreciar, el concepto de vida cotidiana está ineludiblemente impregnado de la filosofía permacultural de la que es indisoluble por naturaleza. De ahí que la vivienda se constituya también en uno de los pilares de esta opción existencial. El habitat humano reclama diseño y funcionalidad acordes con la sostenibilidad ambiental y, para ello, se utilizan en la construcción elementos naturales como barro y madera y se estructuran formas de aprovechamiento de energías naturales y conservación, tales como hornos y cocinas solares y baños secos. Según Sangronis Padrón (2009), «los muros y paredes hechos de adobes de barro son gruesos y su densidad es semejante a la del hormigón. Tiene una alta resistencia a los impactos y es totalmente ecológico y reciclable. Sus daños estructurales son fáciles de reparar y tanto el barro como la arcilla son protectores naturales en contra de hongos y bacterias, además de que como intercambian humedad con el exterior mantienen saludables niveles de humedad en el interior de las viviendas». En este sentido se realizan tanto pequeñas viviendas artesanales como producciones arquitectónicas de vanguardia que intentan asimilar el espíritu conciliador del quehacer humano con el medio.

El espíritu de la contracultura

Por su parte, la contracultura se alinea históricamente en la huella de movimientos políticos, sociales y culturales de oposición a la cultural oficial y los valores dominantes. En tal sentido se señalan como hitos contraculturales el romanticismo del siglo XIX, la generación beat, el movimiento hippie y el punk. Se trata entonces de conjuntos de valores, tendencias y formas sociales, con una amplia base vivencial y fáctica, que chocan con lo establecido, afectan a muchas personas y tienen continuidad en el tiempo, mientras se constituyen en alternativas al paradigma hegemónico.

Aunque con características propias de transversalidad, que no la sitúan en un tiempo y un espacio sino la diversifican a través de los años y los lugares en donde se arraiga, la permacultura es susceptible de ser considerada un movimiento contracultural contemporáneo de fuerte raigambre y proyección, que lucha por expandirse en medio del predominio absoluto de las formas ortodoxas de organización social, económica y cultural.

Como ha dicho Hill Mollison, la permacultura «es independiente, comprometida, activa, está en crecimiento permanente y está en todas partes, y se está convirtiendo en un gran empresario al emplear profesores y productores agrícolas. También se autofinancia. Y va a conquistar el mundo. Funciona tanto en zonas urbanas como en desiertos lejanos, desde el Ecuador hasta el Amazonas o el Ártico, llegando hasta el extremo norte de Rusia. No hay un lugar habitado donde no funcione la permacultura, desarrollando consigo sus propios sistemas educativos y financieros. Y todos ellos aplicables a gente sin recursos y sin dinero al no dar por supuesto que se posee algo de entrada».

¿Encuentro entre Bach y la permacultura?

Como se ha visto, la permacultura propone una apertura mental, liberadora de prejuicios y preconceptos, en pos de la integración plena y franca de la persona humana con la totalidad del entorno físico, psicosocial y cultural. Tal vez el espacio que, sin que se hubiese conformado todavía el concepto permacultural, imaginaba Edward Bach, fallecido en noviembre de 1936, cuando sostenía que “el Creador de todas las cosas es el Amor, y todo aquello de lo que tenemos conciencia es, en su infinito número de formas, una manifestación de ese Amor, ya sea un planeta o un guijarro, una estrella o una gota de rocío, un hombre o la forma de vida más inferior”.

Fuentes:

Alejandro Alvarez (sin fecha): Ecoaldeas: futuro que ya comenzó. En línea: www.caminosalser.com/321-ecologia/ecoaldeas-futuro-que-ya-comenzo  [Consulta: 23-MAR-2010]

Demarchi, Rogelio (1991): Flores de Bach, CS ediciones, Argentina.

Holmgren, David (2002): Principles & Pathways beyond Sustanability. Holmgren Desing Services. Citado en: www.tierramor.org/permacultura/queespermacultura.htm [Consulta: 22-MAR-2010]

Jackson, Hildur (sin fecha): El movimiento de las ecoaldeas. En línea: www.revistanamaste.com/el-movimiento-de-las-ecoaldeas [Consulta: 23-MAR-2010]

Mollison, Hill (1996): Permacultura. Conferencia en la Universidad de las Naciones Unidas, Tokio. En línea: http://www.ecoportal.net/content/view/full/21463 [Consulta: 27-MAY-2010]

Pastorino, María Luisa (1987): La medicina floral de Edward Bach, Editorial Club de Estudio, Buenos Aires.

Sangronis Padrón, Joel (2009): Barro, bambú, hábitat y revolución. En Ecoportal.net. En línea: http://www.ecoportal.net/content/view/full/83752 [Consulta: 27-MAY-2010]

Solórzano del Río, Héctor (2003): La agricultura orgánica. En Ecoportal.net. En línea: http://www.ecoportal.net/Contenido/Temas_Especiales/Desarrollo_Sustentable/La_Agricultura_Organica  [Consulta: 27-MAY-2010]










http://quierobarro.blogspot.com/ [Consulta: 27-MAY-2010]

martes, 18 de enero de 2011

Oak. Duro como el roble

Por Jorge Eduardo Padula Perkins

“…nos interesa la antropología de las flores, su manifestación cultural…” afirma José Salmerón Pascual en el contexto de un curso sobre flores de Bach desde la perspectiva de la terapia esencial y la psicología ecológica.

En convergencia con esa línea de pensamiento es que se proponen estos comentarios, con el objetivo manifiesto de poner al descubierto aspectos del Oak (roble), aun más allá del sistema Bach.

El roble es un árbol caducifolio (que pierde su follaje en determinada época del año), de crecimiento lento y larga vida. Del género Quercus, existen diversas variedades tales como el roble albar (quercus petraea), el carvallo (quercus robar) o el roble americano (quercus rubra), entre otros. Según las distintas variedades puede alcanzar hasta los 45 metros de altura. La copa es ancha. Sus hojas se presenten en lóbulos y su fruto es la bellota.

La corteza del roble es rica en taninos, por lo que se ha utilizado para curtir, y también como astringente. La madera es fuerte y resistente a la descomposición, utilizada en construcción, construcción de muebles, y particularmente, en toneles para la fabricación del vino.

Para el sistema floral del Dr. Bach, las personas del tipo Oak (roble) son sumamente responsables y persiguen sus objetivos sin importarle los obstáculos que deban vencer. Trabajan con tesón, sin prisa y sin pausa y no se acobardan ante las dificultades.

Según la descripción del propio Edward Bach, esta flor es adecuada “Para aquellos que se esfuerzan y luchan con firmeza, sea por su bienestar o en relación con los asuntos de su vida cotidiana, y continúan intentando una cosa tras otra, aunque su caso parezca desesperado. Seguirán luchando, pero se sentirán descontentos consigo mismos si la enfermedad interfiere en sus obligaciones o en su vocación por ayudar a los demás”.

De manera coincidente, en el discurso popular el roble se asocia con la dureza de cuerpo y espíritu.
El roble era considerado un árbol sagrado en la mitología celta, venerado por los druidas como señor del bosque y símbolo de poderío y fuerza. Ya su nombre genérico “quercus” procede de un vocablo celta quer cuez, que quiere decir árbol elegante. También griegos y romanos lo veneraron y lo consagraron a Zeus y Júpiter.

Se destaca por sus virtudes astringentes, antihemorrágicas y antidiarreicas, y es común su utilización para combatir hemorragias externas e internas (digestivas), hemorragias nasales, metrorragias o menstruaciones abundantes,  dismenorreas y hemorroides sangrantes.

También se lo considera un buen remedio natural para favorecer la eliminación de impurezas de la piel como forúnculos, granos y eccemas, así como para calmar escaldaduras y quemaduras de tipo leve.

Asociado a plantas relajantes como el hipérico y la pasiflora, se destina al tratamiento natural de la incontinencia urinaria y en combinación con plantas de acción diurética como el maíz y la gayuba, se recomienda para aliviar las inflamaciones urinarias y prevenir la formación de cálculos en el riñón.

Es asimismo ligeramente febrífugo y antiséptico, y se ha empleado como sustituto de la quinina para combatir fiebres intermitentes y paludismo.

Existen multitud de mitos asociados a este árbol, que se ha convertido en un símbolo de la dureza, la resistencia y la fiabilidad.

Como se dijo, los antiguos celtas lo tenían en un lugar de honor. De hecho, la palabra “Druida” (nombre de la clase social celta que agrupaba a los religiosos y los sabios), etimológicamente, significaba en gaélico “el que observa el roble”, ya que estos árboles eran la fuente de inspiración de los hombres y mujeres sagrados, y en muchas ocasiones, las reuniones mágicas se celebraban alrededor de un roble.

Parte de la mitología celta sostiene que el “rey roble” rige en la mitad luminosa del año, mientras que el “rey acebo” lo hace en la parte oscura. Así también se habla de los espíritus que habitan los robles, denominados “Dríadas”.

Este árbol forma parte de la tríada de árboles consagrada a las hadas: “Roble, Fresno y Espino” y se dice que, en los lugares en los que se pueden ver estos tres árboles juntos, con un poco de suerte, se pueden ver hadas.

Para los griegos y romanos éste era el “árbol madre”. Se otorgaban coronas con ramas de robles por proezas heroicas. Los romanos tiraban bellotas de robles a los novios en lugar de arroz, porque era un signo de fertilidad.

En Francia, la convención revolucionaria de 1794 impone al roble como “Árbol de la Libertad” por la dureza de su madera y su longevidad.

En el Reino Unido, el roble es el símbolo de la Monarquía. El 29 de mayo es el Oak day (Día del Roble).

El poeta argentino  Almafuerte ha escrito unos hermosos versos que recurren al roble como paradigma de dignidad y resistencia:

“Procede como Dios, que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora…”

Fuentes:


Almafuerte (Pedro Bonifacio Palacios). Poesías. Única edición clasificada temáticamente por Héctor F. Miri. Biblioteca Nueva, Buenos Aires, 1952.
Martínez G., Enrique: El roble, los druidas y los esposos. En línea:
http://www.enplenitud.com/nota.asp?articuloID=7961
Salmerón Pascual, José: Curso de Terapia Esencial y Flores de Bach. En línea:
http://www.enplenitud.com/cursos/flores-de-bach.asp
http://www.revistajardin.com.ar/nota.asp?nota_id=1087941
http://www.zonaverde.net/quercusrobur.htm
http://floracatalana.es/articles%20de%20premsa/roble.html
http://enciclopedia.us.es/index.php/Roble
http://www.enbuenasmanos.com/articulos/muestra.asp?art=1194
Instituto Argentino de Flores de Bach. En línea:
www.institutobach.com.ar
http://www.wiccaytarot.com.ar/druidas.htm

lunes, 17 de enero de 2011

Análisis Transaccional y Antropología Filosófica In sistencial.

Jorge E. Padula Perkins

Con particular acento en el sistema terapéutico floral diseñado por el doctor Edward Bach, interesan a los consultores aquellas técnicas que faciliten el reconocimiento de las emociones perturbadoras de los individuos, cuyo desequilibrio troca en enfermedad.

En tal sentido resultan propicias las capacidades del Análisis Transaccional, enfoque psicológico, teórico-práctico, propuesto y desarrollado por Eric Berne y basado en el desempeño comunicacional interior y exterior de la persona.

La propuesta rescata de la memoria, por libre asociación de perspectiva, a la antropología filosófica in-sistencial de Ismael Quiles quien, a grandes rasgos, sostenía que la persona humana no tenía una existencia sino una in-sistencia, un ser y estar dentro de sí y una capacidad de interacción con otras personas, otras in-sistencias con las cuales se desarrolla una inter in sistencia.

El sentido filosófico dado a los términos "in-sistir" y sus derivados retorna a su primitiva etimología "estar firmemente sobre o en algo", o en fórmula concisa, "estar-en". Pero con el agregado de un matiz particular: la interioridad.

La expresión in-sistencia queda mejor aclarada por su contraposición a la ex-sistencia que ha preferido el existencialismo. Este ha querido centrar su pensamiento en el hombre singular, olvidado, en el mundo de las esencias de la filosofía tradicional. Ex-sistencia, significa estar fuera de sí, implica extrañamiento, estar en el mundo, arrojado, lanzado, abandonado.

Para Quiles, la “esencia originaria” del hombre como su verdadero “primer principio” en el sentido aristotélico más estricto, es decir, su esencia y elemento primero (arkhé, ousía, stoikhéion), la realidad más última de nuestro yo, es el “ser-en-sí”. Esta característica ontológica del yo, del último sujeto (hypokéimenon) de nuestra experiencia interior, la denominó in-sistencial por cuanto in tiene ante todo sentido de interioridad y sistencia dice no sólo “ser” o “estar” sino estar “firmemente”.

El Análisis Transaccional de Berne propone, se nos antoja a semejanza de Quiles, una personalidad compuesta en la que se producen diálogos intestinos entre los estados del Yo - Padre – Adulto – Niño – (un in-sistir estando firmemente en si mismo, dotado de una clara y activa comunicación interior), y una externalidad en la que ese Yo, siempre compuesto y a la vez indisoluble, se comunica con los otros, mejor aún, con los estados del “otro Yo”, en tanto la relación involucra necesariamente también al Padre – Adulto – Niño del otro (una inter in sistencia).

El otro pilar fundamental sobre el que Berne, Harris y sus continuadores consolidan el Análisis Transaccional o Conciliatorio, es el de la Posición Existencial.

Como bien queda señalado en sus textos, ésta se conforma en los primeros años de vida del individuo y se constituye en guía (a través de guiones, juegos psicológicos, mandatos, etc.) a lo largo de su vida, mediante grabaciones de mandatos condicionantes que se establecen sobre el Niño y se cualifican como:

Yo estoy bien – Tu estás mal (Paranoide)
Yo estoy mal – Tu estás bien (Desvalorizada)
Yo estoy mal – Tu estás mal (Nihilista)

La funcionalidad del Adulto, como descubridor y reconocedor de los mandatos condicionantes y productor de cambio, es la que puede conducir a la posición existencial deseable:

Yo estoy bien – Tu estás bien (Realista)

Finalmente o primordialmente, la propuesta del Análisis Transaccional sería la de buscar dentro de sí mismo al Padre, Niño y Adulto, asumir este último e intentar, a través de su accionar, un cambio positivo en los diálogos internos y externos que conduzcan a una posición existencial Realista.

Volviendo a nuestra pretendida asociación con la antropología filosófica in sistencial, podría decirse que el Análisis Transaccional contribuye a descubrir la esencia del hombre como un ser dotado de conciencia, de reflexión, que vuelve sobre sí mismo, dotado de libertad. Esta implica autodecisión, dominio, elección entre alternativas, impulso de dentro hacia fuera. Nuestra intimidad es una subjetividad irrepetible, incomunicable. El hombre en in-sistente, posee su ser en sí mismo, no está en otro.

Al descubrir el hombre ese centro interior se reencuentra a sí mismo, mirándose hacia dentro encuentra el camino para liberarse. En términos del Análisis Transaccional, esa liberación se daría mediante el reconocimiento de los mandatos negativos y la conducción de su propio ser a través del Adulto.

En similar sentido, y dado que nuestra in-sistencia no se halla a sí misma, sino "en el mundo" y "con el mundo" y con los otros, surge la comunicación entre el propio “estado del Yo” y el “estado del Yo” del otro, entre la propia in-sistencia y la in-sistencia encarnada en el otro. Con ese otro se produce una comunicación “por contacto espiritual” (sostiene Quiles citando a Gabriel Marcel), una captación inmediata aunque imperfecta de la subjetividad ajena en una zona común denominada inter-in-sistencia, que responde a las estructuras del ser de cada existencia humana y fundamenta la comunicación ontológica con otras personas.

Bibliografía y fuentes:

Harris, T.H. Yo estoy bien - Tu estás bien: Guía práctica de Análisis Conciliatorio. Barcelona. Ediciones Grijalbo, 1973.
Curso a Distancia de Análisis Transaccional – Farma Green – Asociación Psicohomeopática. http://www.analisistransaccional.8k.com/

Las flores del temor

por Jorge Eduardo Padula Perkins

El médico británico Edward Bach desarrolló un método terapéutico orientado a crear conciencia de los estados mentales negativos y desarrollar la virtud opuesta a ellos. En tal sentido el sistema incorpora 38 esencias florales contribuyentes a esa forma de curación.

La enfermedad, reconocida por Bach como un conflicto entre el alma y la mente, aparece como un indicador positivo de tal desequilibrio, que debe ser erradicado mediante el esfuerzo espiritual e intelectual y con el apoyo energético de las flores.

Las emociones que en sus estadios negativos provocan la enfermedad han sido ordenadas en siete grupos. El primero de ellos es el que agrupa a las distintas formas de temor.

Los miedos como emociones negativas, tanto en estados transitorios como caracterológicos refieren a cinco flores que los representan y con cuyas vibraciones transmitidas a través del agua se busca el equilibrio sanador.

El grupo uno remite precisamente a los que sienten temor y lo hace a través de Rock Rose (Heliantemo), Mimulus (Mímulo), Cherry Plum (Cerasifera), Aspen (Álamo temblón) y Red Chestnut (Castaño rojo).

La idea central de estas líneas es, sencillamente, indagar y descubrir características y cualidades de estas plantas, más allá de su inserción en la terapéutica de Edward Bach.

Rock Rose

El Helianthemun nummularium, también conocido vulgarmente como Tamarilla o Perdiguera, es recomendado por Bach para quienes se alarman con facilidad o sienten pánico repentino, como así en casos de accidentes, shock o terror.

Se trata de una planta perenne muy ramosa. Un arbusto silvestre y pequeño que no supera los 50 centímetros de altura, con flores amarillas brillantes que dan origen a su nombre a partir de los vocablos griegos helios (sol) y anthos (flor). Por su parte, el nombre de especie, nummularium (en forma de moneda), remite al hecho de que su flor recuerda el formato de una bruñida moneda de oro.

Algunos devotos explican que el heliantemo está dedicado a Santa Isabel, “porque siempre dirige la flor al sol, igual que santa Isabel, que siempre dedicó su corazón, razón y ojos a hacer el bien”.

Rock Rose ha sido usado en medicina como astringente y germicida, debido a sus taninos. El heliantemo canadiense (Helianthemum canadense), especie estrechamente emparentada, se empleaba como substancia hemostática y para curar las heridas purulentas por los nativos americanos y colonos blancos.

Ocasionalmente sigue siendo utilizado en fitoterapia para los resfríos y las afecciones de los ganglios linfáticos, es decir, en los estados en que el sistema inmunitario está debilitado y requiere la fuerza del sol. Al igual que la propia luz del sol, los taninos tienen efectos constrictores, desecantes (momificantes) y conservantes; controlan y regulan los procesos inflamatorios acuosos en los tejidos.

Algunos terapeutas de Bach consideran a Rock Rose una especie de protección para el plexo solar. Este plexo nervioso simpático, situado debajo del diafragma, es la parte del cuerpo que primero reacciona en los estados repentinos de shock o pánico. La sensación se podría describir como un “puñetazo en el estómago”.

Según las creencias indias, el plexo solar se halla en el centro energético del abdomen, el manipurna-chakra, que está relacionado con la lucha y el instinto de conservación y cuyo elemento es el fuego.

El éxito de Bach con la esencia floral de Rock Rose fue tan arrollador que la convirtió en parte integrante de sus gotas de urgencia (Rescue).

Mimulus

Con la denominación científica de Mumulus guttatum, esta flor es la indicada para personas tímidas y para aquellos que sienten miedo de las cosas conocidas. Temores y ansiedad.

El mímulo jaspeado (Mimulus guttatus) es una hierba delicada que crece junto a las orillas rocosas de los ríos y lugares húmedos. Sus flores amarillas presentan puntitos rojos en la parte interior del labio inferior (guttatus = jaspeado). De allí su denominación que no significa otra cosa que “Bufón jaspeado”.

El estigma, que sale de la boca de la flor a modo de pequeña lengua es también una característica peculiar. Este estigma, verdadero milagro botánico, está dividido en dos lóbulos que parecen delgados labios.

Cuando los toca un insecto o un diminuto grano de polen, los labios se cierran en cuestión de segundos. La sensibilidad de la planta en este órgano es similar a la de un animal. Cuando cae el grano de polen adecuado sobre el estigma, la planta lo rodea y engulle.

También conocida como flor mono, lo que la hace convergente con el hecho de que para los hindúes el dios mono Hauman es la divinidad de las hierbas medicinales.

Cherry Plum

La Pronus Cerasifera o Cerasifera aparece indicada por Edward Bach para el miedo a perder el control y el padecimiento de pensamientos irracionales. También se la conoce como cerezo de jardín.

Es un arbusto arboriforme con flores blancas. Su fruto puede comerse fresco en varias formas dado que son dulces y de buen sabor. No obstante la almendra de su interior contiene un veneno mortal, un glucósido del ácido cianhídrico. Es muy popular como árbol ornamental de jardín y por su temprana floración.

En la primavera de 1935 Bach padeció una dolorosa sinusitis; al mismo tiempo tenía la impresión de estar perdiendo la razón. Una mañana, durante su paseo, casualmente se fijó en una blanca flor. Percibió instantáneamente que había encontrado otro remedio. Arrancó una rama de este pequeño árbol cubierto de flores y la llevó consigo. Pero el sol de marzo, que se hallaba en Piscis, a punto de sobrepasar el equinoccio vernal, no tenía aún la fuerza que le es propia cuando se encuentra en regiones más altas del zodiaco. Así pues, Bach no pudo aplicar su método solar. Por este motivo preparó el nuevo remedio floral hirviendo la rama en agua y dejándola reposar una hora. El fuego del hogar también desprende energía solar aunque sea la de veranos anteriores. Una vez enfriado el líquido tomó unas cuantas gotas y los dolores desaparecieron.

Había encontrado un remedio para las personas que tienen miedo a flaquear, miedo a perder el control y a enloquecer.

También había descubierto con él el método de ebullición, que aplicaría en la mayoría de los remedios que aún quedaban por descubrir. Igual que con el método solar, mezclaba el líquido obtenido con mitad y mitad de aguardiente para su conservación.

La cerasifera y el endrino son, sobre todo, plantas de seto. Antiguamente el seto separaba los campos labrados de la tierra inculta, la región civilizada del bosque con sus animales salvajes y fantasmas.

Desde el punto de vista médico y a semejanza de otras especies de ciruelos, la cerasifera se considera laxante y refrescante. Sus hojas secas, preparadas en infusión, tienen propiedades depurativas intestinales y diuréticas. La medicina ayurvédica prepara remedios tónicos a partir de las yemas florales.

Aspen

El Álamo temblón o Populus tremula es el remedio para los que sienten miedo sin motivo conocido.

El álamo es también, como el sauce, una planta salicácea y, al igual que los otros miembros de esta familia, este esbelto árbol es dioico. Sus amentos masculinos colgantes, pardo rojizos y de brillo sedoso, y los amentos femeninos verdosos se desarrollan en árboles distintos. Las flores,
carentes de aroma y néctar, aparecen entre marzo y abril, antes de que salgan las hojas. El viento se encarga de la polinización.

Atrae la atención su tremolante follaje. Sus hojas redondas presentan pecíolos largos y lisos que tiemblan al menor soplo de brisa. Muchas veces la brisa es apenas perceptible y, no obstante, parece vibrar todo el árbol. Cuando en otoño el follaje se tiñe de color amarillo claro, el observador queda fascinado por esta visión, es como si estuviese contemplando una resplandeciente sílfide. Pero no es necesario ver el álamo para notar su presencia: las temblorosas hojas hablan por sí solas. Como árbol que reacciona frente a vientos invisibles, el álamo era considerado en muchos lugares un árbol mágico, en cuyos susurros los magos y chamanes reconocían las voces de los espíritus.

Tiene una madera de poco peso, que al cortarse con maquinaria apenas se astilla, resistiendo muy bien el desgaste, el choque y golpes, se utiliza para preparar paneles sobre los que pintar al óleo, en tornería y en ebanistería, para enchapados de muebles y para la obtención de pasta de papel de buena calidad. Ha sido una madera también muy utilizada en la construcción, habiéndose empleado como vigas para techumbres de cuadras y en arquitectura popular, al ser resistente y poder obtenerse de sus troncos fustes de muy buena longitud, soportando muy bien que se les clave y atornille.

En la mitología celta, el álamo temblón se llamaba aeda, que quiere decir “el que evita la muerte” y se decía que en el susurro de las hojas del álamo temblón, cuando sopla el viento, se oyen las voces del mundo de los espíritus. Su madera fue muy utilizada para la elaboración de escudos, que consideraban les protegían de la muerte y sus vibraciones transmitían valentía y audacia.

Su corteza y yemas son febrífugas, antiescorbúticas y vermífugas para los caballos, utilizándose además como curtiente la primera y contra las hemorroides las segundas. Con las yemas se fabrica un bálsamo usado por los curanderos y brujas galeses. En el norte de Europa, la corteza interna se molía en época de hambruna para obtener harina comestible.

Para los griegos el álamo era el árbol del mundo subterráneo, símbolo de las plañideras. La leyenda habla de las Helíadas, hijas del Sol, que se estremecían de pena y lloraban incesantemente por la muerte de su hermano Faetón. Le habían enganchado el carro del Sol a su imprudente hermano sin el permiso paterno. Pero Faetón fue incapaz de dominar a los fogosos corceles, por lo cual su vuelo de altura fracasó. Casi incendió la Tierra y murió en el accidente. Sus afligidas hermanas se convirtieron en álamos temblones y sus lágrimas en ámbar.

El álamo contiene salicina, que es un precursor natural del ácido salicílico (aspirina); también contiene el glucósido populina, que disminuye el ácido úrico en la sangre, como también taninos, aceites etéreos y flavonoides.

La religiosa Hildegard von Bingen hervía en mayo la corteza del álamo para preparar un ungüento capaz de “suprimir los humores malignos”, manifestados en forma de dolores de espalda, de cabeza, lumbares y en las extremidades. Hoy en día se sigue utilizando una pomada de álamo para el reuma, las quemaduras y los hemorroides. En primavera se recogen las yemas pegajosas, de sabor amargo, y se hierven con manteca de cerdo para obtener la pomada que se aplicará sobre la piel. Los indios de Norteamérica preparaban ungüentos similares para las inflamaciones y los dolores aunque utilizando manteca de oso.
Para las “enfermedades acuosas”, como el reuma, la gota, los trastornos vesiculares o la prostatitis, se prepara una infusión con las yemas.

La moderna fitoterapia utiliza los extractos de brotes, hojas y yemas para tratar las enfermedades prostáticas, las inflamaciones crónicas del intestino delgado y los trastornos hepáticos. Antiguamente se creía que el cabello crecería más si se introducían algunos pelos en un agujero en el tronco del árbol. La cabellera florecería de forma análoga a corno lo hace el álamo.

Red Chestnut

El Castaño rojo (Aesculus carnea) es la flor del sistema Bach para el obsesionado por el cuidado de los demás, el que imagina lo peor para sus familiares y amigos más cercanos, pero descuida de sí mismo.

Debe su nombre científico de especie, carnea (de color carne), a sus flores de color rosa rojizo
que se hallan sobre grandes inflorescencias piramidales.

En cuanto a sus propiedades medicinales, el castaño rojo puede utilizarse de modo semejante al castaño de Indias.

El nombre genérico latino Aesculus era originalmente la denominación romana de la encina, pero más tarde fue aplicado al género de los castaños. Aesculus, según la opinión de algunos lingüistas, deriva de la palabra latina esca (comida).

En California, las semillas del castaño rojo o castañas eran, junto con las bellotas, uno de los alimentos primordiales. Para que fuesen comestibles debían someterse a un laborioso procedimiento. Se colocaban dentro de un hoyo revestido por piedras ardientes, se cubrían con ceniza caliente y hojas de mimbre y se dejaban cocer durante unas diez horas. Entonces se les quitaba la cáscara, se cortaban o trituraban y se colocaban en recipientes de malla fina sobre los que durante varios días se iba vertiendo agua fresca. Así se filtraban las sustancias amargas. Cuando finalmente las castañas adquirían un sabor dulzón, eran comestibles. Esta masa podía comerse inmediatamente o utilizarse más tarde como harina.

Consumidas en estado crudo, las castañas no solamente son amargas sino verdaderamente incomibles. En pequeñas cantidades son anestésicas y reducen el umbral de conciencia; en mayor cantidad provocan náuseas, dolores de cabeza y de estómago, y finalmente dificultades respiratorias y delirios.

Como las otras variedades de Aesculus, aunque en menor medida, tiene propiedades hemostáticas, es decir, para reforzar los vasos sanguíneos, y astringentes. Se usa la corteza, en decocción. Alivia la diarrea, el reumatismo y los desórdenes venosos.

Más allá del temor.

Cinco especies vegetales, cinco flores a través de las cuales el doctor Bach caracteriza a otras tantas expresiones del miedo y propone la curación de sus formas patológicas debidas a desequilibrios emocionales: Rock Rose, Mimulus, Cherry Plum, Aspen y Red Chestnut. Cinco plantas cuyas formas e historias van más allá del temor.

Fuentes:

Wheeler, F. J. (1982): Dr. Bach. La curación por las flores. EDAF, Madrid.




Agrimony. Flores amarillas a través del tiempo.

por Jorge Eduardo Padula Perkins

Mundialmente conocidas, las Flores de Bach, son la base de la terapia desarrollada por el médico británico Edward Bach en la primera mitad del siglo XX.

A partir de entonces, en mayor o menor medida, los nombres de las 38 flores que componen el sistema floral de Bach, han recorrido el mundo, tanto en su denominación original en inglés, como en sus traducciones a otras lenguas.

Resulta curioso, más allá de la condición de remedios que adquieren a través de los procesos físicos y emocionales dentro del esquema curativo de Bach, el hecho de que muchas de estas flores y plantas han merecido la atención del hombre a través del tiempo desde otras perspectivas.

Agrimony, es la flor “para la gente que esconde sus problemas bajo una apariencia de placer y felicidad”, sostiene la teoría de Bach, y amplía afirmando que “la persona arquetipo de Agrimony sería el payaso triste, sufriendo angustia interna sin dejar de ser la vida y alma de la fiesta”.

En palabras del propio Edward Bach, “La gente jovial, alegre, humorística que ama la paz y se aflige por discusiones o peleas, que para evitarlas están dispuestos a renunciar a mucho.

Aunque generalmente tienen problemas y se atormentan e inquietan y preocupan en mente o en cuerpo, ocultan sus preocupaciones detrás de su humor y chistes y son considerados como muy buenos amigos a tener. A menudo toman alcohol o drogas en exceso, para estimularse a sí mismos y para ayudarse a soportar los tormentos con alegría”.

No obstante pueda esta planta deber su fama al sistema Bach, tiene una historia vinculada a la herboristería que data de tiempos muy antiguos.

La agrimonia o, en su denominación científica “Argimonia eupatoria”, es una planta herbácea , de la familia de las rosáceas, con un tallo erguido que puede alcanzar el metro de altura; el tallo está rematado por una inflorescencia de alegres flores amarillas que se disponen en un racimo suelto.

El vocablo agrimony o agrimonia devendría del griego Argemone o Argemon, que significa pequeña mancha en la córnea del ojo y la planta era empleada antiguamente para las “nubes de la córnea” (Leucomas, cataratas). Curiosamente esto resulta asociable con cierta característica de la personalidad Agrimony en el sistema Bach, que puede llegar a “no ver” como mecanismo de negación de aquello que de la realidad le incomoda.

El nombre latín de especie, eupatoria, recuerda a Mitrídates Eupator (123-63 a.C.), rey del Ponto (Asia Menor), descubridor del antídoto universal, mitridato. Asimismo, el monarca es considerado el descubridor de cualidades curativas de la agrimonia, con la cual aliviaba sus trastornos hepáticos.

Se dice que los herbolarios antiguos mezclaron agrimony con ranas golpeadas y sangre humana para curar hemorragias internas. Los anglosajones usaron agrimony para curar heridas y en mezclas para aliviar el dolor.

Paralelamente, esta planta tenía aplicación en la conservación de pieles y también como clarificador del vino tinto. De su corteza, tallos y raíces se extraía el tanino y aceite esencial del que se fabricaba una tintura azulada.

Las propiedades de estimulación de la actividad hepática ya se conocían en tiempos del médico, farmacólogo y botánico de la antigua Grecia Pedanio Dioscórides Anazarbeo, cuando la planta era utilizada ampliamente en el tratamiento de las enfermedades del hígado. También fue empleada contra las inflamaciones e hinchazones, mediante compresas aplastando la planta fresca, dado que, al ser astringente permitía que se formara una delgada capa coagulante sobre las heridas.

El amarillo de sus flores era considerado por los botánicos astrológicos un signo inequívoco de que se trataba de una planta de Júpiter. En ciertas cosmovisiones, Júpiter rige el hígado en el cuerpo humano y por ello resulta coherente la aplicación de esta planta en los trastornos hepáticos.

Algunos autores atribuyen el uso de agrimonia por parte de las brujas en la hechicería para disipar energías negativas y alejar maleficios.

En herboristería, agrimonia tiene, como se dijo, propiedades astringentes, que lo tornan útil para aliviar dolores de garganta y boca, mediante la utilización de una infusión en forma de gárgaras. Su ingesta puede ayudar a aliviar la tos y su uso en cataplasmas puede ayudar a curar llagas.

En algunos lugares se preparan infusiones para los trastornos de bazo, hígado e intestino o se echan sus flores al agua del baño para curar las heridas, la sarna o las tumoraciones.

Fuentes: