La perspectiva filosófica del sistema terapéutico floral de Edward Bach

La curación por las flores implica el reconocimiento de vibraciones energéticas que, provenientes de éstas, llegan a los individuos tratados transportadas por el agua. Pero detrás de esta síntesis prevaleció en Edward Bach una concepción filosófica de la enfermedad y los enfermos.

Según el médico galés, la enfermedad tiene sus raíces en un conflicto entre el alma y la mente. Cuando nuestra personalidad se desvía del camino trazado por el alma, fuere por la propia acción o por influencia de otros. Asimismo, provoca enfermedad todo acto de crueldad o mal hacia los demás, en tanto atenta contra la unidad.

Debido a ello, y pese a lo negativo de su apariencia, la enfermedad es en si misma beneficiosa, dado que permite percibir ese conflicto, ese desequilibrio emocional entre el alma y la mente y, consecuentemente, corregirlo. Así tanto la prevención como la curación están ligadas a la erradicación de nuestros defectos, no por enfrentamiento con el mal, sino por desarrollo y crecimiento de la virtud opuesta.

En este contexto las flores actúan fortaleciendo o desarrollando actitudes positivas de optimismo, alegría, paz, tranquilidad, paciencia, coraje, fortaleza, sabiduría interior y seguridad.

Finalmente, Bach sostiene que son siete los estados de ánimo o emocionales que pueden alterar la salud. El miedo, que bloquea las iniciativas vitales; la incertidumbre, que deja a merced de los demás; la falta de interés por la realidad; la soledad orgullosa y egoísta; la hipersensibilidad respecto del juicio ajeno; el desánimo o la desesperación; la preocupación excesiva por los demás con carácter posesivo.

Estos siete estados de ánimo conformarán los siete grupos emocionales en los que se agrupan las 38 esencias florales del sistema terapéutico ideado por Edward Bach.

Jorge Eduardo Padula Perkins







jueves, 20 de enero de 2011

Permacultura ¿camino hacia la “unidad de todas las cosas” a la que refería Bach en su filosofía?

Por Jorge Eduardo Padula Perkins

El médico galés Edward Bach, diseñador del sistema de curación por las flores, enmarcaba su propuesta terapéutica en una concepción de la vida como unidad indisoluble en todas sus manifestaciones.

Debido a ello es que, entre los factores alteradores de la salud, identificaba a “la crueldad o el mal frente a los demás”, por tratarse de atentados contra la unidad de la cual el individuo forma parte y en la cual se integra. Ese desequilibrio y el que se produce entre el alma y la mente, resultan para Bach las causas profundas de la enfermedad.

Es por eso que la medicina misma debe ser incruenta y armónica para ayudar al paciente al “a alcanzar un conocimiento de si mismo y a destacar en si los errores fundamentales que esté cometiendo, las deficiencias de su carácter que tenga que corregir, y los defectos de su naturaleza que tenga que erradicar y sustituir por las virtudes correspondientes” y “administrar los remedios que ayuden al cuerpo físico a recobrar fuerza y ayuden a la mente a serenarse, a ensanchar su campo y a buscar la perfección, trayendo paz y armonía a toda la personalidad”.

Tales remedios se encuentran para Bach en la naturaleza. Así las flores, cuya energía vibracional transmitida a través de procesos naturales con la intervención del agua y del sol, contribuye al equilibrio emocional de quienes lo necesiten.

Es por ello que se intenta en este artículo un abordaje descriptivo de los rasgos generales, teóricos y prácticos, de la permacultura, acaso una forma de poner en práctica la armonía del ser con la unidad, propuesta radical de la filosofía de Bach.

Si bien la permacultura nace como una experiencia eminentemente agrícola (permanent agriculture –agricultura permanente–), no tarda en expandirse conceptualmente en tanto que torna en modo de vida, con todo lo que ello involucra. Sus orígenes se remontan a mediados de los años setenta, cuando los australianos Bill Mollison y David Holmgren, desarrollaron una serie de ideas para la creación de sistemas agrícolas sostenibles. Fue allá por mediados de los años setenta cuando Mollison, profesor de una escuela de diseño ambiental y Holmgren, joven estudiante, construyeron un primer andamiaje de ideas para la creación de sistemas agrícolas con los que pretendían superar los rendimientos reales de la agricultura tradicional. Notaron que la agricultura industrial, orientada a los monocultivos y el uso de fertilizantes y pesticidas, contaminaban suelos y aguas dañando la biodiversidad y erosionando suelos fértiles.

En 1978, Mollison y Holmgren publicaron el primer libro referente a este concepto, bajo el titulo «Permaculture One» (Permacultura Uno). Bill Mollison, dotado de una personalidad carismática, expandió sus ideas a través de cursos y seminarios durante los años 80 y 90, a partir de los cuales se fueron formando nuevos practicantes y promotores de la permacultura en distintos puntos del planeta. Ya en los ochenta, el concepto tendió a traspasar los límites de lo agrícola para incluir aspectos sociales y del hábitat, hasta devenir en una cosmovisión holística.

La permacultura es entonces un concepto en construcción, vinculado a éticas y principios de diseño en el planeamiento, desarrollo, mantenimiento, organización y preservación del hábitat, cuyos ejes son el «cuidado de la tierra» (componente ecológico, orientado al uso cuidadoso de los recursos naturales), el «cuidado de la gente» (componente social, que promueve el derecho individual y colectivo al diseño del uso de los recursos desde lo particular hacia lo general, comenzando por la familia o grupo primario) y «compartir de una forma justa los excedentes y capacidades» (componente económico, que propone destinar productos y excedentes al seguimiento de los objetivos precedentes para constituir un circuito virtuoso de retroalimentación). Sostiene David Holmgren (2002), uno de los padres de la permacultura, que esta se ha enfocado históricamente en «el manejo de la tierra y la naturaleza como fuente y aplicación de los principios éticos y de diseño», pero que luego tales principios evolucionaron y «se aplican en otros ámbitos concernientes a los recursos físicos y energéticos así como a la organización humana».

En una conferencia ofrecida en la Universidad de las Naciones Unidas, en Tokio, en octubre de 1996, Mollison se refirió a la permacultura diciendo que «es esencialmente un sistema abierto, porque acepta información de cualquier fuente ya sea científica o tradicional, y no tiene por lo tanto ninguna forma didáctica o fija de hacer las cosas. La gente a veces dice que va a crear una permacultura como un ejemplo típico de permacultura y yo digo que difícilmente puede ser típica de sí misma. No hay una sola forma de hacer algo correctamente. En cada sitio será diferente».

«La permacultura –continúo diciendo Hill Mollison- se ha propagado por todo el mundo con la excepción, creo, de dos países y en todas partes es autóctona, con profesores locales que enseñan en su propia lengua. Y su crecimiento es geométrico: empezó en el año 1979 como un curso único que yo mismo enseñaba. Para el año 1980 ya había tres profesores y en el noventa varios cientos de ellos. En la actualidad hay varios miles, cuatro o cinco mil en inglés y otros tantos en otros idiomas. Y se extiende porque no posee un sistema jerárquico. No tiene una cúspide directiva y no hay ninguna persona por encima de otra. Se compone de pequeñas entidades independientes que se rigen por sí mismas sin necesidad de personal directivo. Quizás os parezca un disparate pero no tiene personal administrativo a sueldo ni plantilla. Asimismo no acepta ayudas del gobierno ni de la industria y por lo tanto es libre de hacer lo que le parece correcto en cada momento. Al no aceptar ayuda, no acepta líneas directrices y al no aceptar ayuda demuestra no sólo que la permacultura es autosuficiente sino que puede enseñar cómo lograr esta autosuficiencia a quien la conoce».

La amplitud del concepto

La permacultura es una faceta transversal del multiculturalismo, con principios éticos y de diseño que abarcan distintos aspectos tales como:

Manejo de la tierra y de la naturaleza: bosque-huertos, agroforestería, acuacultura, bancos de semillas, manejo integrado de plagas, conservación y manejo sostenible de espacios silvestres, agricultura orgánica o biodinámica.

Ambientes construidos: utilización de materiales naturales y locales, autoconstrucción, eco-construcción, climatización natural.

Herramientas y tecnología: sanitarios secos, composteros, energías renovables, tecnologías apropiadas, reutilización y reciclado, diseño para el ahorro.

Educación y cultura: huertas escolares, espíritu de arraigo, investigación activa, artes participativas, educación para la paz.

Bienestar físico y espiritual: parto en casa, muerte digna, yoga y otras disciplinas, medicinas alternativas y complementarias.

Economía y finanzas: sistemas locales de ahorro y préstamo, inversiones éticas, relocalización de comercio e intercambio, mercados de trueque, voluntariado.

Propiedad de la tierra y gobierno comunitario: cooperativas de producción y consumo, ecoaldeas, comunidades sostenibles, procesos participativos en la toma de decisiones, resolución de conflictos.


Se trata de una manifestación cultural vivencial y teórica, que no está arraigada en lo geográfico, ni en lo étnico, histórico, mítico, religioso o ritual, sino que fluye en la transversalidad de todo orden. Es un emergente moderno producto de la búsqueda de alternativas a la sobreexplotación de los recursos naturales. Es una cosmovisión que engloba una forma de ser y de hacer diferente a la hegemónica, tanto en materia de explotación y producción como en las formas de vida consecuentes con esa ética. El concepto de permacultura deviene de la agricultura pero no puede limitarse a ella debido a su
carácter holístico y sistémico que no le permite aislar una actividad humana del resto del quehacer y obrar de los individuos y los grupos. La propuesta permacultural se apropia, total o parcialmente y de manera creativa, de saberes ancestrales, muchas veces olvidados o dejados de lado ante la sensación de unicidad ideológica predominante. En tal sentido, reivindica y promueve el desarrollo humano en armónica concordancia con la naturaleza y no mediante el control y la dominación de ella.

Es por eso que no se trata de una variante simple dentro del sistema imperante, sino de una cosmovisión totalmente diferente y antihegemónica que, como se dijo, no se agota en una huerta orgánica, ni en un baño seco, ni en una economía de trueque, sino que se expande a una totalidad ética y filosófica existencial que comprende también formas de arquitectura, alimentación, concepción de la vida y del lugar individual y colectivo del ser humano en el contexto universal, que lo involucra empírica y teóricamente, desde los actos personales hasta las actividades comunitarias y sociales.

Ecoaldeas: un escenario para la permacultura

Las comunidades denominadas ecoaldeas son por lo general ejemplos de la motivación permacultural puesta en práctica, desarrollo y evolución colectiva. Alejandro Álvarez (sin fecha) ofrece una generosa caracterización de ellas, asegurando que asumen la compleja tarea de «crear un sistema armónico que supere la dualidad ‘cultura-naturaleza’ y que neutralice cualquier impacto ambiental negativo derivado de la actividad humana, haciendo de la sostenibilidad una vivencia cotidiana, para lo cual deben hallar las formas de preservar los hábitats naturales del lugar, producir alimentos, madera y otros bio-recursos, procesar los residuos orgánicos y líquidos generados en la Ecoaldea y verter el menor residuo tóxico posible, reduciendo al máximo toda generación de basura».

Es tema crucial para este tipo de organizaciones «el desarrollo de un sistema económico capaz de sostener el desarrollo humano, partiendo del principio de equidad, de no explotación de personas ni lugares, ni del futuro en beneficio del presente», como así también «cómo se tomarán las decisiones, con qué método y para qué tipo de decisiones; cómo se solucionarán los conflictos y cómo se harán cumplir las resoluciones comunitarias» (ibídem).

Para Jackson (sin fecha), «una ecoaldea es un asentamiento sostenible en un medio urbano o rural, que respeta y restaura el sistema circulatorio de los cuatro elementos, tierra, agua, fuego y aire, en la naturaleza y en las gentes. Estos cuatro elementos abarcan todos los aspectos de la vida humana: estructuras físicas (tierra), infraestructura (agua), estructuras sociales (fuego) y cultura (aire)».

Los cultivos orgánicos

Uno de los componentes fácticos de la permacultura está constituido por la implementación de la huerta orgánica. Esto es, los sistemas de cultivo basados en la utilización óptima de los recursos naturales, sin emplear productos químicos de síntesis u organismos genéticamente modificados (ni como pesticidas ni como fertilizantes), con el múltiple objetivo de obtener productos orgánicos más sanos para la alimentación, conservar la fertilidad de la tierra y respetar el medio ambiente de manera sostenible y equilibrada. «La agricultura orgánica –advierte Solórzano del Río (2003)- reconoce que la naturaleza es un ecosistema uniforme, sin embargo, consiste en muchas diferentes áreas ecológicas, cada una hecha de redes de especies de animales y plantas interdependientes, numerosas y locales. Así que cada granja orgánica necesita encajar en su vecindad ecológica local. Cuando encajamos las prácticas de siembra en un sistema natural diverso, el sistema mismo cuida de los problemas de producción. En la agricultura orgánica, el terreno se ve como un organismo, no como una fábrica».

El lugar donde vivir

Como se pude apreciar, el concepto de vida cotidiana está ineludiblemente impregnado de la filosofía permacultural de la que es indisoluble por naturaleza. De ahí que la vivienda se constituya también en uno de los pilares de esta opción existencial. El habitat humano reclama diseño y funcionalidad acordes con la sostenibilidad ambiental y, para ello, se utilizan en la construcción elementos naturales como barro y madera y se estructuran formas de aprovechamiento de energías naturales y conservación, tales como hornos y cocinas solares y baños secos. Según Sangronis Padrón (2009), «los muros y paredes hechos de adobes de barro son gruesos y su densidad es semejante a la del hormigón. Tiene una alta resistencia a los impactos y es totalmente ecológico y reciclable. Sus daños estructurales son fáciles de reparar y tanto el barro como la arcilla son protectores naturales en contra de hongos y bacterias, además de que como intercambian humedad con el exterior mantienen saludables niveles de humedad en el interior de las viviendas». En este sentido se realizan tanto pequeñas viviendas artesanales como producciones arquitectónicas de vanguardia que intentan asimilar el espíritu conciliador del quehacer humano con el medio.

El espíritu de la contracultura

Por su parte, la contracultura se alinea históricamente en la huella de movimientos políticos, sociales y culturales de oposición a la cultural oficial y los valores dominantes. En tal sentido se señalan como hitos contraculturales el romanticismo del siglo XIX, la generación beat, el movimiento hippie y el punk. Se trata entonces de conjuntos de valores, tendencias y formas sociales, con una amplia base vivencial y fáctica, que chocan con lo establecido, afectan a muchas personas y tienen continuidad en el tiempo, mientras se constituyen en alternativas al paradigma hegemónico.

Aunque con características propias de transversalidad, que no la sitúan en un tiempo y un espacio sino la diversifican a través de los años y los lugares en donde se arraiga, la permacultura es susceptible de ser considerada un movimiento contracultural contemporáneo de fuerte raigambre y proyección, que lucha por expandirse en medio del predominio absoluto de las formas ortodoxas de organización social, económica y cultural.

Como ha dicho Hill Mollison, la permacultura «es independiente, comprometida, activa, está en crecimiento permanente y está en todas partes, y se está convirtiendo en un gran empresario al emplear profesores y productores agrícolas. También se autofinancia. Y va a conquistar el mundo. Funciona tanto en zonas urbanas como en desiertos lejanos, desde el Ecuador hasta el Amazonas o el Ártico, llegando hasta el extremo norte de Rusia. No hay un lugar habitado donde no funcione la permacultura, desarrollando consigo sus propios sistemas educativos y financieros. Y todos ellos aplicables a gente sin recursos y sin dinero al no dar por supuesto que se posee algo de entrada».

¿Encuentro entre Bach y la permacultura?

Como se ha visto, la permacultura propone una apertura mental, liberadora de prejuicios y preconceptos, en pos de la integración plena y franca de la persona humana con la totalidad del entorno físico, psicosocial y cultural. Tal vez el espacio que, sin que se hubiese conformado todavía el concepto permacultural, imaginaba Edward Bach, fallecido en noviembre de 1936, cuando sostenía que “el Creador de todas las cosas es el Amor, y todo aquello de lo que tenemos conciencia es, en su infinito número de formas, una manifestación de ese Amor, ya sea un planeta o un guijarro, una estrella o una gota de rocío, un hombre o la forma de vida más inferior”.

Fuentes:

Alejandro Alvarez (sin fecha): Ecoaldeas: futuro que ya comenzó. En línea: www.caminosalser.com/321-ecologia/ecoaldeas-futuro-que-ya-comenzo  [Consulta: 23-MAR-2010]

Demarchi, Rogelio (1991): Flores de Bach, CS ediciones, Argentina.

Holmgren, David (2002): Principles & Pathways beyond Sustanability. Holmgren Desing Services. Citado en: www.tierramor.org/permacultura/queespermacultura.htm [Consulta: 22-MAR-2010]

Jackson, Hildur (sin fecha): El movimiento de las ecoaldeas. En línea: www.revistanamaste.com/el-movimiento-de-las-ecoaldeas [Consulta: 23-MAR-2010]

Mollison, Hill (1996): Permacultura. Conferencia en la Universidad de las Naciones Unidas, Tokio. En línea: http://www.ecoportal.net/content/view/full/21463 [Consulta: 27-MAY-2010]

Pastorino, María Luisa (1987): La medicina floral de Edward Bach, Editorial Club de Estudio, Buenos Aires.

Sangronis Padrón, Joel (2009): Barro, bambú, hábitat y revolución. En Ecoportal.net. En línea: http://www.ecoportal.net/content/view/full/83752 [Consulta: 27-MAY-2010]

Solórzano del Río, Héctor (2003): La agricultura orgánica. En Ecoportal.net. En línea: http://www.ecoportal.net/Contenido/Temas_Especiales/Desarrollo_Sustentable/La_Agricultura_Organica  [Consulta: 27-MAY-2010]










http://quierobarro.blogspot.com/ [Consulta: 27-MAY-2010]

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